La princesa Lucenys Velaryon estaba destinada a ser la esposa del príncipe Aemond Targaryen por órdenes de su abuelo.
Pero la princesa le tenía miedo a su prometido, y sabía que su vida estaría plaga de miseria si se llevaba a cabo este matrimonio...
Apenas amaneció ordenó a sus criadas que liberaran a la Septa de Lucenys para que la ayudara a arreglarse, pidió que le llevaran un vestido, en un rico esmeralda con joyas a juegos, y un par de criadas de confianza.
La coronación de Aegon llegó y tener a Lucenys presente daba la imagen que ella quería. Su hijo como rey e hija reina consorte, Aemond junto a su prometida frente a todo King 's Landing.
—¡¿Acaso eres estúpida que no me escuchaste?! — escuchó el grito de la Septa, de fondo se escuchaban desgarradores sollozos— ¡Llama al Maestre y que traiga Té de la Luna!
A Alicent se le heló la sangre, ella alzó su falda y abrió la puerta de par en par.
La habitación era un caos, las criadas trataban de hacer a hablar a Lucenys, pero ella lloraba desgarradoramente, como a un cervatillo que le rompieron una de sus patas. La Septa la tenía abrazada a su pecho.
—¿Qué sucedió? — pregunto Alicent.
—¡El príncipe Aemond violó a la princesa Lucenys anoche! — gritó la Septa, Alicent en su vida había visto a una Septa así de furiosa —¡Él la deshonró!
Lucenys lloró más fuerte, casi ahogándose en sus propias lágrimas. Alicent trató de acercarse, alargando su mano para tocar su hombro, pero Lucenys se apartó con un gemido de dolor.
—Por favor... té de la luna — suplicó Lucenys, sus bonitos ojos mostraban dolor — Me prometí amar a cada hijo que naciera de mí, pero jamás amaré a un bebé concebido de esta forma... por favor.
Alicent miró a Lucenys, ella no podía salir en ese estado.
Aemond... ¿Qué lo llevó a cometer tal atrocidad contra este dulce pajarito?
—Usted Septa se quedará con la princesa — ordenó Alicante y luego miro a las criadas —Lárguense. Ahora Septa, Aegon será coronado, se quedarán aquí hasta que veamos cómo manejar esta situación.
Alicent se giró y salió por la puerta, ordenó a los guardias que la asegurarán.
—¡Noo! — golpes contra la puerta se escucharon, Lucenys gritaba — ¡Quiero ir a casa! ¡Quiero ver a mi mamá! ¡Quiero a mi mamá!
Alicent camino hasta la habitación de Aemond, él ya estaba listo para ir a Pozo Dragón, ella se acercó y le propinó una fuerte bofetada a su hijo.
—¿Cómo...cómo pudiste hacerle eso a Lucenys? — preguntó con la voz temblando.
—Solo me aseguré de que mi prometida no me fuera arrebatada.
—¡Solo tenías que esperar una semana y seria tu esposa ante los ojos de los Dioses y la corte! — le gritó en la cara —¡Ahora ella está sollozando como un animal herido a muerte en su habitación!
Alicent respiró hondo.
—Seguiremos con la boda adelante — dijo ella — Pero te mantendrás alejado. Tres días, eso es lo más que puedo adelantar esta situación y antes que los Negros se enteren que violaste a la amada hija de Rhaenyra. Además, si ella queda embarazada, el bebé no nacerá como bastardo.
Alicent se giró hacia la puerta y miró a su hijo.
—Yo no te eduque así — Alicent lo miró con frialdad — Me has decepcionado.
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Lucenys se sentía sucia, rota... usada.
Ella habría aceptado con resignación a Aemond en su lecho, pero una vez que estuvieran casados ante la mirada de los Dioses, pero ahora, ella estaba usada y deshonrada.
Yunet pasó sus manos por su cabello, ella gritó cuando una de las paredes se abrió como puerta, de ahí salió un Capa Dorada con una bolsa.
—Princesa Lucenys — dijo el guardia — Vengo por parte de Ser Erryk. Han sacado a la princesa Rhaenys, vengo a hacer lo mismo con ustedes, llevarlas a Dragonstone bajo la protección de la reina Rhaenyra.
Lucenys miro al Capa Dorada como si fuese su salvador. Ella guardó un par de cosas importantes, él le pasó una ropa de criada para ella. Los tres se movieron por corredores secretos, lugares oscuros interminables, ella trataba de olvidar el dolor punzante en su intimidad, un recordatorio físico de lo que le hizo Aemond.
Salieron a las calles de King 's Landing. Desafortunadamente ella se vio arrastrada por la multitud hacia Pozo Dragón. Ella se paralizó cuando vio a Aemond junto a Helaena, se mostraba serio, sereno.
¿Cómo podía pararse con esa expresión luego de que él la violara anoche?
Vio a Aegon caminar hacia el estrado, debajo de un arco de espadas. Cuando llegó la reina le dio un beso en la frente.
Ella cerró los ojos, no queriendo ser testigo de cómo le arrebatan su derecho de nacimiento a su madre.
Una mano se posó en su hombro y ella se giró, soltó un sollozó cuando vio el rostro de la abuela Rhaenys.
—Nys— dijo abrazándola a su pecho. Rápidamente la tomó de la mano mientras ambas se deslizaban hasta donde estaban los dragones.
Los dragon keepers la vieron, pero en vez de detenerlas, enseñaron a Meleys. Lucenys no sentía la fuerza para volar en Arrax,
—Sōvegon inkot īlva, Arrax. (Vuela detrás de nosotras, Arrax) — le ordenó a su joven dragón.
Lucenys fue ayudada a subir a la Reina Roja, abrazada a su abuela, con sus brazos aferrándose al torso de ella.
—Aemond me mató anoche— dijo Lucenys. — Me destruyó de la peor forma que puede destruir a una mujer.
—No llores mi niña— contestó la abuela Rhaenys — Serás vengada. Tal vez no hoy, ni mañana, pero lo serás.
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Aemond miró a su hermano disfrutar de ser ovacionado ante una multitud. Luciendo la corona del conquistador como si fuese hecho a la medida.
—Visiones verdes, visiones verdes — murmuró Helaena mirando hacia otro lado, evitando ver al nuevo rey — El lobo abre su guarida para la perla. Visiones verdes, visiones verdes... un velero hacia la nieve...
Aemond miró hacia madre que veía orgullosa a Aegon coronado, el piso tembló.
Él había refugiado a Helaena en sus brazos ante la nueve de escombros y gritos.
Meleys, la reina roja emergió del piso mostrando a Rhaenys sobre ella. Aemond se puso frente a Helaena, una orden de su madre hizo que Cole corriera hacia ellos.
Y con valentía se puso frente a Aegon. El roto de Meleys se acercó a ellos, y Aemond dio un paso al frente al notar a Lucenys aferrándose a Rhaenys, con la mirada roja por el llanto.
—Lucenys— él trató de acercarse a su prometida, pero la dragona rugió tan fuerte que hizo retumbar el piso.
Rhaenys los miró a todos con odio antes de volar fuera de Pozo Dragón, llevándose a Lucenys lejos de él, y poco después, Arrax voló detrás de ellos dejando el lugar en un silencio sepulcral.
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N/a: Lucenys libre de King's Landing y aun el té de Luna está dentro del margen para que funcione.