Capítulo 12

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Lord Manderly los recibió muy contento en Nueva Fortaleza. Mientras Jace cumplía con su deber como heredero y trazaba una alianza con el señor de Puerto Blanco, Lucenys estuvo en su habitación descansando de los últimos días tormentosos.

La primera noche en tierra firme, tuvo una pesadilla.

Aemond.

Nuevamente recordó esa noche en King's Landing, donde Aemond se cernía en medio de sus piernas, ultrajándola otra vez. Sus manos ásperas apretando sus piernas y ella llorando pidiendo que parara.

El recuerdo de su semilla siendo derramada sobre ella mientras él la llamaba esposa le revolvió el estómago.

Lucenys se despertó con una mano sobre su corazón latiente.

En el desayuno, Jace consiguió los 3 mil barcos de Lord Manderly, prometiendo a Joffrey a la hija de Lord Manderly que igualaba de edad.

La flota de los Velaryon combinada con la de los Manderly aseguraban al lado de Rhaenyra una flota sólida contra los verdes.

—Un regalo para mi futura buena hermana — dijo Lucenys entregándole sus aretes de perla en color rosado. Kyra Manderly le sonrió mientras tomaba los aretes.

—Eres muy bonita. Tus ojos parecen dos zafiros — contestó la niña y Lucenys se tensó ante la mención de zafiros. Nunca olvidaría como el zafiro de Aemond brillaba mientras era violada.

—Gracias dulzura — sonrió Lucenys ocultando su temor entre bonitas palabras y cortesía.

El desayuno fue amplio, Lord Manderly era un hombre que le gustaba la música y trajó bardos para que cantaran. Siendo Lucenys la receptora de halagos en sus melodías.

Al acabar, Lucenys fue al Septo de las Nieves, prendiendo velas a los Siete Dioses.

A la madre y al guerrero por protección para su familia.

A la doncella y a la anciana para que le den valor.

Al padre y al herrero para que guíen su camino

Y al Extraño, para que se lleven a Aemond Targaryen de este mundo.

—Volaremos directo a Winterfell — dijo Jace a la pequeña comiquita. —Septa Yunet ira en carruaje junto a Ser Nostorn y los baúles de Lucenys. Mi hermana y yo iremos en dragón.

—Cuídate mi niña — Septa Yunet le besó la frente — Nos vemos en tres días.

—Gracias Septa — Lucenys tomó las mano de su Septa, besándola y poniéndola en su frente. Una señal de respeto hacia la mujer, que al igual que su madre, siempre estuvieron para ellas.

Jace la ayudó a subir a Arrax, ajustándole las correas de los muslos para luego subir en Vermax.

Volando en sus dragones, partieron hacia Winterfell.

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Cregan se paró frente a las puertas de Winterfell, con una capa de piel de lobo sobre sus hombros, a su lado estaba Sara vistiendo pieles suaves y abrigadas.

La pequeña comitiva que encargó para que le hicieran compañía a la princesa Lucenys en su asilo en el Norte llegó anoche.

Dos dragones aterrizaron a las afueras de Winterfell y todo el personal se junto en el patio para el recibimiento de los príncipes.

Se decía que los Targaryen eran impresionantes, y si bien ambos príncipes frente a él no contaban los rasgos típicos de la familia del dragón, eran impresionantes a su manera.

Eternal Eternity   [Cregan Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora