Eternal Eternity [Cregan Stark]

Capítulo 14

Lucenys no esperaba recibir una propuesta de matrimonio.

El concepto de matrimonio estuvo ligado a su memoria como un deber que tenía a su familia. Que sería la esposa de Aemond bajo el mandato de su abuelo.

Pero un hombre la miró como si fuera una estrella y le prometió que la cuidaría.

Lucenys sintió su estómago contraerse.

Stark le ofrecía protección y a su hermano un ejército. Las victorias en la guerra se ganaban a base de matrimonios.

Así que Lucenys daría su mano y su vientre para la victoria de su madre.

—¿Estás segura de esto, Nys? — preguntó Jace mientras ella bordaba en su cuarto. Septa Yunet le pasó una taza de té.

—Hermano, ya no soy una doncella — contestó Lucenys — Estoy usada. Este matrimonio ayudará a mi madre.

—Princesa...— Septa Yunet.

—¿Vemos las telas? — pregunto Lucenys viendo la tela del vestido, un azul Velaryon. — Jace marchara en cuatro días, y abandonará Winterfell luego de casarme. No quiero capa de doncella.

—Debes tener capa de doncella.

—¡No! — chilló recordado como Aemond le arrebató la virginidad en contra de su voluntad. Usar capa de Doncella sería una asquerosa mentira.

—De acuerdo, princesa — Yunet le frotó los brazos calmándola. — Sin capa de Doncella. Mejor concentrémonos en su vestido de novia, Lord Stark traerá a dos costureras que trabajan en el lo más pronto posible

Lucenys asintió con la cabeza mientras se arreglaba el cabello.

—El Valle ya está a nuestro favor — dijo Jace sentado cerca de la chimenea — Los Manderly acogerán a Joffrey. Será pupilo de Lord Manderly y será bueno que se vayan conociendo con su prometida.

—Eso es bueno — asintió Lucenys — Kyra es una niña encantadora. Se llevarán de maravillas.

—Y esperemos que no hayan ardillas malvadas que ataquen a Joffrey — dijo con tono burlón Jacaerys. Lucenys se sonrojo avergonzada mirando su bordado.

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Sara estaba revisando los preparativos para la boda de su hermano. A escondidas, estaba trabajando a dos manos con la Septa de Lucenys en la capa de Doncella.

—El nuevo maestre estará aquí en tres semanas — dijo Cregan revisando algunos papeles, por la rapidez del evento solo un puñado de casas nobles del norte vendrán, y se aprovechará para que discurren con el príncipe el plan de guerra.

Sara negó con la cabeza, en vez de celebrar la alegría de una boda se hablaba de guerra.

—También escribe a Puerto Blanco — siguió hablando — El Septón vendrá a caballo. Estará aquí justo para la boda, dile al mozo de cuadra que le preparen una habitación.

—¿Un Septón? — preguntó Sara.

—La princesa Lucenys es devota a sus dioses — contestó Cregan — Primero nos casaremos frente al Arciano por mis dioses y el Septón nos bendiga en el salón de Winterfell.

Sara sonrió a su hermano, tomando en cuenta a los dioses sureños de su princesa.

—Y con los documentos de nuestro matrimonio ante los Siete, los Verdes no tendrán un punto ciego para considerar invalido nuestro matrimonio — agregó Cregan.

—Muy bien pensando hermano — le felicitó Sara. — Así el Tuerto se vuelve aún más loco.

Sara miró a su hermano seriamente.