Capítulo 31

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Aemond vio a su Lucenys frente a él.

Rápidamente, colocó su mano sobre su cuello y la atrajó a un desenfrenado beso. Una mano sobre el cuello de ella y la otra en su cintura.

Le mordió el labio inferior al notar que ella no le correspondía el beso.

Lucenys se apartó de él, molesta y con una mirada asesina que jamás vio en ella.

—¿Dónde está mi hijo? — exigió ella —Cumplí con mi parte. Vine sola. Quiero ver a mi bebé.

—Por supuesto — Aemond le quitó la capa con una mueca. Ver a su esposa usar los colores Stark lo enfermaban, un movimiento rápido tiró la capa al barro y Aemond notó el collar de copo de nieve.

El maldito collar que Stark le regaló hace años, aún lo conservaba con ella.

El también arrancó el collar y lo tiró junto a la capa. Entrelazando su brazo con el de ella la guió por la fortaleza de Harrenhal.

— ¿Te gusta tu hogar? — le preguntó Aemond a Lucenys mientras la guiaba a la pequeña guardería donde dormía el bebé bajo la vigilancia de Alys — Después de todo, esta era la fortaleza de los Strong.

—Ser Harwin murió aquí junto a Lord Lyonel — dijo Lucenys viendo el lugar.

Caminaron en silencio hasta que llegaron a la guardería, Aemond abrió la puerta y Lucenys salió disparada hacia la cuna, tomando en brazos al bebé que mordía su propia mano.

—Mi alma — Lucenys sollozó mientras atraía al bebe hacia su rostro, frotando su mejilla contra la pequeña cabecita del bebé — Mi hijo. Estás a salvo.

Aemond le hizo una seña a Alys para que los dejaran solos. Pero pasó algo que no esperaba, Lucenys dejó a Rickon en la cuna para luego saltar sobre Alys con una daga desenvainada.

La mano de Lucenys arremetió contra el pecho de Alys, clavando su daga repetidas veces hasta que la bruja de Harrenhal empezó a ahogarse en su propia sangre.

Aemond apartó a Lucenys del cuerpo, tirando la daga por la ventana.

Las manos de Lucenys estaba cubierta de la sangre espesa de Alys, el olor de la sangre de la bruja olía a alquitrán. Mojaba el traje de montar de Lucenys y parte de su rostro.

La imagen de una diosa ensangrentada encendió una llama dentro del cuerpo de Aemond.

—¡Guardias! — llamó Aemond. Tres guardias entraron a la habitación — Llévense el cuerpo de Alys en incineren. Y traigan a una criada, la princesa necesita bañarse.

Lucenys lo miró y luego a sus manos, como si tratara de entender lo que pasó.

Aemond tomó el rostro de Lucenys.

—Si fueras por mi te tomaría nuevamente en este suelo, sobre la sangre que derramaste de la bruja que mataste — le dijo Aemond — Pero debes estar cansada de tan largo viaje — colocó un mechón — Ponte bonita y cenemos juntos.

Lucenys le dio una mirada de odio, pero poco le importó a Aemond.

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Cregan arremetió con Hielo a un árbol.

El cuervo llegó con malas noticias en las letras de Sara.

El mil veces maldito Aemond Targaryen había secuestrado a Rickon y Lucenys, su amable y gentil esposa tomó a su dragón para recuperar al bebé.

La Septa de Lucenys fue apuñalada a los pies de la cuna de Rickon.

Eternal Eternity   [Cregan Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora