Capítulo 39

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El reino sufrió otro golpe más.

El bando de los Negros acaba de sufrir una perdida más.

Cregan estaba con Lucenys, desayunando los dos solos, ella aun estando en camisón cuando Ser Darien abrió la puerta con una expresión de preocupación.

—Mi reina— dijo Ser Darien con voz suave — Uno de los mozos de la cuadra acaba de salir de la habitación de Lord Corlys.... El señor de Driftmark...

Lucenys agarró su bastón, un aún vistiendo camisón caminó como pudo a las habitaciones de su abuelo, Cregan la siguió en silencio, ordenado a la criada que se encontraba ahí que cuidase de Rickon.

A pesar de su poca movilidad, Lucenys caminaba rápidamente hacia las habitaciones. Cregan no era idiota, La serpiente Marina tenía setenta y nueve años, ya había vivido mucho.

Lucenys empezó a sollozar a medida que caminaba con su bastón. Al llegar a las habitaciones se encontraron con más sollozos.

Las princesa Rhaena y Baela estaban arrodilladas a los lados de la cama donde Lord Corlys Velaryon parecía dormido, pero la falta de movimiento el su pecho y la nula respuesta de las súplicas de Baela que abriera los ojos.

Lucenys entró cojeando, arrodillándose al lado de Rhaena que sostenía la mano derecha de Lord Corlys.

—Abuelo, abuelito — sollozó Lucenys — Despierta, por favor. Despierta....

Cregan apartó la mirada para encontrar al mozo de cuadra de Corlys. Con cuidado caminó hacia él y susurró: — ¿Qué ha sucedido?

—Murió mientras dormía — contestó el mozo — Lo encontré así esta mañana cuando vine a preguntarle que quería desayunar.

Cregan asintió con la cabeza mientras veía a las tres mujeres llorar al anciano postrado en la cama.

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Colocaron el cuerpo de Corlys a los pies del trono de Hierro por siete días donde el Septón Marius oficia Siete días de rezo para la Serpiente Marina.

Daemon observó a sus hijas sollozar por su abuelo. Baela tenía el cabello sin cepillar y ojeras bajo los ojos. Rhaena no paraba de sollozar con un pañuelo con el silo del caballito de mar debajo de su nariz, y Lucenys permanencia congelada botando lágrimas silenciosas.

En la noche del séptimo día el cuerpo fue llevado a Driftmark donde un ataúd de piedra lo estaba esperando.

Lucenys dejó a cargo a Lord Desmond Manderly como lord protector por un par de días.

Viajaron en La Serpiente Marina, hasta que llegaron a los hogar de los Velaryon donde las Hermanas Silenciosas prepararon nuevamente el cuerpo de Corlys. Por la mañana estaban en el lugar donde se hacía el último adiós para los miembros de la casa Velaryon.

Rhaena, Baela y Lucenys lucían el negro de luto y el azul Velaryon en sus vestidos y ojotas. Fue Daemon el encargado en dar las palabras en Alto Valyrio para despedirse de su suegro.

Cuando el ataúd de Corlys se hundió en el mar, un soldado trajo un arco y una flecha impregnada de alcohol para Baela.

La Serpiente Marina fue embarrada por alquitrán y más líquidos que llamaba al fuego.

Con la punta de la flecha encendida, Baela disparó directamente a la proa. Los presentes vieron como el barco insignia de Lord Corlys Velaryon se prendía en llamas, mientras Lucenys cantaba en canciones de los tiempos de Valyria sobre Wellerman, un famoso marino antes de la caída del Imperio.

Eternal Eternity   [Cregan Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora