Capítulo 18

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El Norte aún no estaba listo para marchar.

Fue lo que decía la nota de Janus hacia los Verdes. Stark estaba esperando a que el periodo de cosechas terminara para poder movilizar al ejército norteño a favor de Rhaenyra. Necesitan saber qué recursos tienen para la gente y el ejército.

Aemond miró el otro pergamino. Le ordenó a Janus, que a la par que espiaba a los norteños, espiara a Lucenys en el norte.

"Ella está cómoda en el norte. Lord Stark ama mucho a su esposa" Aemond miró el pergamino consumirse en llamas mientras imaginaba acabar con Stark él mismo.

Lucenys era suya por derecho.

Una princesa dragón para un príncipe dragón.

Aemond tenia pesadillas, horribles sueño eróticos. Él no era un lujurioso como Aegon, pero desde que llegó la noticia que su Lucenys era la esposa de Stark fue invadido de sueños donde su esposa estaba con Stark.

Ella totalmente desnuda, con su cabello ondulado encima de un hombre al que Aemond no le podía poner un rostro, como su esbelto cuerpo se mecía sobre Stark, con las mejillas sonrojadas mientras Stark pasaba sus manos por el torso expuesto de Lucenys.

Malditas pesadillas, lo hacían sentir como un adolescente inexperto.

Y tuvo que recurrir a las putas de las calles de seda, pero ellas tenían los aburridos ojos castaños y no los precioso azules gris de Lucenys. Siempre le cubría los ojos a las putas, pensando que eran Lucenys debajo suyo.

Pero la situación no sería para siempre así. Stark moriría y Lucenys estaría a su lado.

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Dos meses de casada y Lucenys odio la llegada de su sangrado.

Se sintió devastada cuando notó que no estaba embarazada aún de Cregan.

Había escuchado de historias de mujeres que quedaron en cinta durante el primer mes de matrimonio, pero ella aun nada.

—¿Te sientes bien? — preguntó Cregan mientras le acariciaba el rostro.

—No es nada a lo que no me haya acostumbrado— contestó Lucenys. El Maestre Janus le trajo un horrible té, pero Lady Hadriana le colocó un trapo mojado en agua caliente sobre su vientre para aliviar los dolores.

—Cenaremos esta noche en tu habitación — Cregan le dio un beso en los labios para luego levantarse de la cama — Iré a supervisar las cosechas, regreso en la noche.

—Te estaré esperando — sonrió Lucenys mientras Cregan salía de la habitación.

Ya sola empezó a trabajar en mantillas y cobijas tejidas. Aun si aún no había un bebé en su vientre comenzó a elaborar cosas, el invierno estaba por venir y Lucenys quería tener muchas cosas listas para su bebé.

Luego muchas dudas empezaron a surgir en su mente. ¿Tendría la misma suerte que su madre y daría a luz a muchos bebés sanos como lo fueron ellas y sus hermanos, o tendría el destino de su abuela Aemma?

Quitándose los malos pensamientos siguió tejiendo una mantilla. Puntada, giro, puntada, giro. Estuvo horas así, cuando el cielo empezó a oscurecerse por la ventana, Lady Mormont vino a revisarla y Septa Yunet le trajo té o el almuerzo

—¿Nys? — alguien la llamó, ella alzó la mirada encontrándose con la mirada de Sara y un pergamino en las manos.

La expresión de Sara.

—¿Qué pasó? — preguntó Lucenys dejando su tejido de lado.

—La princesa Rhaenys — dijo Sara — Acaba de llegar una cuervo de la tierra delos Ríos. De los Blackwood.

Eternal Eternity   [Cregan Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora