Capítulo 34

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Cregan corrió hacia el Ojo de los Dioses cuando los dragones cayeron y el lago se tiñó de sangre.

A la primera que encontró fue a Lucenys, cerca de los árboles, tirada como un muñeco de práctica, Cregan con cuidado la levantó y respiró aliviado cuando notó que su respiración era buena.

Su mirada recorrió su cuerpo e hizo una mueca cuando notó que su tobillo derecho estaba destrozado y con el hueso expuesto. Cregan rompió parte de su capa con su daga y cubrió la herida.

—¡Que preparen al Maestre de los Frey! — gritó Cregan llevando en brazos a su esposa —¡Lady Stark está herida!

Caminó hacia el castillo y vio cómo la gente corría hacia un lugar.

—¿Qué sucede? — preguntó a Lady Mormont.

—El príncipe Daemon está vivo, respira lento, pero está vivo — contestó Hadriana — Los encontraron junto al cadáver de Arrax. ¿Lady Stark?

—Viva pero herida — contestó Cregan — Que los hombres muevan con delicadeza al príncipe Daemon. Busquen a un maestre leal a los nuestros u ocúpate tú misma del príncipe.

Hadriana asintió con la cabeza y ordenó a hombres que la siguieran. Cregan continuó su camino hasta la fortaleza, los soldados de los Verdes fueron aprisionados en las celdas con los dedos rotos.

La criada que le era leal a Lucenys llegó y le abrió la puerta para que Cregan la colocará en la cama. Con cuidado y ayuda de la criada, empezaron a desvestir a Lucenys, luego le pusieron un camisón.

El maestre llegó y empezó a revisar el tobillos de Lucenys.

—Puedo reparar el tobillo de la princesa — dijo limpiando la herida alrededor del hueso — Tendrá que usar un cabestrillo. No lo mentiré Lord Stark, puedo reparar la herida pero el hueso no sanará completamente. Es probable que la princesa use un bastón en el resto de su vida.

—Está viva, es lo más importante — contestó Cregan meciendo a Rickon en sus brazos — ¿Cuándo despertara?

—Solo los dioses sabrán esa respuesta mi señor.

El Maestre se fue a ayudar a Hadriana a revisar a Daemon Targaryen. Cregan ordenó a un grupo que mantuvieran a salvo los restos de Caraxes y Arrax, segundo los comentarios de los presentes en el duelo, los pescadores cercanos dicen que Vhagar se hundió en las aguas y Aemond Targaryen sujetado a las cadenas de la montura con Hermana Oscura hundida en su cráneo.

Estaba muerto. El soldado más fuerte de los Verdes estaba muerto.

Su esposa podría respirar tranquila lo que quedaba de su vida, el demonio que la atormentó jamás regresaría.

Cregan caminó hacia el cuarto donde era atendido Daemon Targaryen. Un grupo de ocho senadores, los más cercanos a Harrenhal, trabajaban alrededor del príncipe Canalla.

—¿Qué noticias tenemos? — preguntó con Rickon en brazos.

—No le mentiremos Lord Stark — contestó Lady Mormont — Es un milagro que Daemon esté vivo. La caída le ha destruido la columna. Si pasa las siguientes noches, el príncipe canalla jamás volverá a caminar en su vida.

Cregan asintió con la cabeza y miró a su suegro. Daemon no lucía sus cuarenta años, lucía alguien sumamente aguerrido y con cierta picardees, pero inconsciente y dormido, se notaba las arrugas de la edad.

El maldito príncipe canalla sobrevivió a un dragón de guerra pero quedaría invalido el resto de su vida.

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Eternal Eternity   [Cregan Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora