Capítulo 37

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Lucenys abrazó a Aegon a su pecho mientras soltaba pequeñas lágrimas.

—No quiero — dijo Aegon — Tu eres la reina.

—Aegon entiende. Tengo un esposo y debo estar junto a él, en el norte.

Aegon negó con la cabeza y empezó a llorar aferrándose a las faldas de Lucenys, con el rostro llenó de lágrimas.

—No, mamá se fue — Aegon lloró — No me abandones. Papá murió.

—Lord Stark no lo ha dejado salir desde que llegó — dijo la criada fiel a su madre que también fue capturada en Dragonstone.

—Kepa está vivo — dijo Lucenys, Aegon la miró con ojos brillosos.

Sin esperar más, Lucenys tomó la mano de Aegon y salió de la habitación que se encontraba en el torreón de Maegor hasta una de las habitaciones en el primer piso.

Lucenys ordenó de inmediato que se le preparara una habitación que se ajustara a las nuevas necesidades de Daemon.

En los pasillos las personas se reverenciaban ante ella, en pocos días, serían a Aegon quienes le rindieran lealtad. Jaehaera estaba en camino, Lucenys los casara y así al fin poner punto final a todo esto.

Lucenys llegó a la habitación donde claramente se podía escuchar los gruñidos de dolor de Daemon, Lucenys ordenó que abrieran la habitación.

Ahí estaba su padre, con dos maestres ajustando los cabestrillos de las piernas, ella rápidamente se giró queriendo que Egg no presencie las curaciones que le hacían a las piernas de Daemon.

—Ya terminamos, mi reina — dijo Gerardys. Lucenys se giró para ver como Daena cubría las piernas de Daemon con una manta.

—¡Papá! — Egg le soltó la mano y saltó a las piernas de Daemon, él hizo una ligera mueca. El pequeño empezó a llorar, aferrándose al cuello.

—Hola, Egg — sonrió Daemon acariciando el cabello de Aegon. — Campeón.

—Te extrañe

—Lo se, lo se — siguió acariciando el cabello con una sonrisa triste.

—Mamá ya no está

—Lo se, lo se — dijo Daemon — Pero Lucenys está aquí y ella te cuidará como tu mamá lo hizo.

Lucenys le dio una mirada sucia a Daemon. Quería usar a Egg como un arma de manipulación para atarla a la capital.

Lucenys empezó a pellizcar nerviosamente los brazos cuando recorría sola la fortaleza, las malas experiencias, podía sentir el aroma a miseria y horror incrustada en las piedras rojas del lugar.

No podía dormir bien.

Había noches en las que se soñaba que Cregan no estaba a su lado y Aemond la forzaba nuevamente en el lecho.

No podía quedarse, este lugar acabaría con su cordura lentamente.

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

Jaehaera llegó a la capital con una comitiva de caballeros Baratheon.

Se dio a conocer en la corte que Lucenys cederá su corona a su hermano menor.

Era lo justo. Ella nunca quiso poder, el que debía ser rey luego de su madre debió ser Jacaerys, pero su cuerpo se hundió en el mar como Vermax.

La niña apenas llegó se aferró a las faldas de Lucenys, una pequeña niña de cinco años, miedosa al mundo que quedó muda al trauma de la guerra.

Usó su poder como reina para legitimar a Sara para que gobernará Winterfell.

Lucenys y Cregan estaría en la capital un año, mientras ella ejercía ese año como reina, dejar las cosas en el reino en paz, para que Aegon y Jaehaera gobernaran con tranquilidad.

Se casaron en Red Keep ante la mirada de los nobles.

Era curioso cómo acabó la guerra.

De los negros quedaban una princesa convertida en reina, con pesadillas de violaciones y zafiros. Un príncipe lisiado y un niño asustadizo que lloraba por su mamá.

De los verdes una princesa que no decía mucho y una viuda que se encerró voluntariamente en sus habitaciones.

Lucenys llevaba una corona que fue de su abuela Aemma. Zafiros y diamantes pequeños que sujetaban un velo, con el cabello recogido en ondas, envuelta en un vestido negro y rojo por su madre, por su sangre, por su reina.

Lucenys evitó llorar, eran solo dos pequeños niños que se casaban para no avivar las llamas de una guerra.

Aegon besó la mejilla de Jaehaera y el mundo aplaudió.

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

Lucenys leyó las misivas en la intimidad de su habitación con Rickon pegado a su pecho.

Lo primero que hizo fue firmar la orden que se acabaran con los impuestos que su madre colocó ante la falta del tesoro real.

Luego Cregan renunció a su cargo como Mano y Lucenys rápidamente nombró a su padre como el hombre más poderoso del reino.

Lucenys miró a Tempestad, el lobo de su hijo siempre protector a los pies de la cama.

Ella suspiro, tratar con la corte en la mañana la dejó cansada, con cuidado dejó a Rickon a su lado. Ella apenas almorzó hace tres horas con Cregan antes que el patrullará con parte de sus hombres la ciudad restableciendo la paz.

Se arregló el escote y cerró los ojos.

Soñó con nieve. Soñó con Arrax, como ella solía descansar de sus lecciones con Yunet mientras volaba en los cielos con el cabello suelto.

Soñó con Jace.

Soñó con Joffrey

Soñó con Viserys

Soñó con su madre.

Lucenys se levantó exaltada cuando escuchó gruñidos y gritos de agonía. Ella abrió los ojos encontrándose a Tempestad destrozando el rostro de alguien.

Los guardias entraron a su habitación.

El vestido verde destrozado y una pintura de la habitación movida.

Un pasadizo secreto.

Tempestad dejó de lado al cuerpo que aún agonizaba. Lucenys cargó a Rickon que lloraba de miedo.

Lucenys reconoció el collar de siete puntas que estaba manchado de sangre y ese anillo de esmeralda, la mano derecha llena de sangre sostenía una daga desenvainada

Alicent Hightower moría en el piso de su habitación. 

N/a: Y se murió  Alicent

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N/a: Y se murió  Alicent. 

Solo nos queda tres capítulos, una crónica y el epilogo. 

Eternal Eternity   [Cregan Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora