***CAPITULO NUEVE***

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Una vez mi respiración se ha vuelvo calmada me doy el gusto de darle un pequeño beso a los labios de Enigma y mirarle a los ojos

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Una vez mi respiración se ha vuelvo calmada me doy el gusto de darle un pequeño beso a los labios de Enigma y mirarle a los ojos. No puedo no sonreír, está serio, pero un poco sudado, con los ojos dilatados, aunque lo disimule, sé que él también está afectado, no como yo, que acabo de tener un delicioso orgasmo, pero lo está.

Suelto una respiración larga y profunda por mi nariz, sus manos toman mis mejillas para acercarme a su boca. Me regala un beso, otro más despacio, profundizando la curva de mis labios.

—Iremos despacio, por los dos.

Asiento. No sé en qué posición queda él con esto que estamos comenzando a experimentar, quiero decir, respecto a su salud.

—¿Estás bien con esto? —le consulto.

El pecho vuelve a saltarme un poco acelerado, no lo niego, quiero más, y en el fondo sé que él también lo quiere, sin embargo, no sé si está en condiciones de hacerlo, me apenaría mucho la idea no poder tenerlo para mí, pero lo importante ahora mismo es que sea lo que sea que esté pasando no se vea afectado por un esfuerzo.

Antes de pronunciar la primera palabra, me da una de esas sonrisas suyas, cortas, apenas perceptibles, que expresan más de lo que debe, causando que la presión en mi vientre vuelva.

—Te acabas de correr en mi mano, Barbie, estoy bien, fantaseando cosas.

—¡¿Qué cosas?!

La curiosidad se me desborda en cada poro, y no me importa.

—Despacio, no lo olvides —dice, pasa su mano de mi mejilla a mi muslo, frotándolo suavemente.

—Solo es una conversación.

Es su turno de asentir, lento, pensándolo, aún tiene la comisura de su labio ladeada, está sonriendo mucho, y creo que no se da cuenta, lo que hace que me encante más.

—En mi mente estoy repitiendo cada beso que te di, añadiendo muchísimos más en lugares que ahora mismo mi boca no alcanza —Contraigo mis paredes involuntariamente, respondiendo a sus palabras que ahora también se sienten —Estoy erizándote la piel, robándote el aliento, desesperándote —Exhalo de nuevo, lo está consiguiendo —¿Sabes que estás haciendo en mi cabeza?

Niego pronto, desesperada por saber.

—Estás poniéndome tu coño en mi boca —Me muerdo el labio, justo lo que pensaba cuando me masturbaba —, exigiéndome que te lo coma porque necesitas correrte otra vez, y sabes que yo lo haré, porque voy a complacerte en todo.

—¿Y qué más?

Me muevo un poco arriba abajo para acomodar mi posición sobre sus piernas. Sería una completa mentira si niego que solo estoy frotándome contra su polla dura que se siente tan bien bajo mi sexo, ese que ya late de nuevo siendo el protagonista de su fantasía, de sus palabras.

Enigma (Serie: LIBRO IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora