***CUARTO LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA***
En medio de su divorcio Coraline Lestienne se cruzó con Enigma, un hombre lleno de tatuajes, envuelto en misterios, y unos ojos azules que gritaban caos, justo lo que ella llevaba atrapado en el corazó...
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La imagen que me devuelve el espejo es una excitante bofetada de realidad, mostrándome esa Coraline Lestienne que puedo ser, de esa mujer fuerte que se ha jugado tantas cosas en la vida, que ha ganado, ha perdido, y por sobre todo ha vivido.
Estoy tan malditamente lista para firmar mi divorcio, lo dice mi mirada, cada facción dibujada en mi rostro, cada centímetro de mi cuerpo está preparada para jugar esto, y por supuesto, ganarlo. El traje rojo de tres piezas le da el toque a lo que siento, tan sexy, decida, y los labios de carmín son la cereza del pastel, puede que sea atrevida mi vestimenta, peco de descarada, pero elijo no darle ninguna importancia.
A la hora pautada suena mi teléfono, es mi abogada Miranda avisándome que ya está afuera. Me doy una última mirada, recojo mi cartera, mi maletín del trabajo, pero un paso antes de salir de mi habitación me devuelvo al espejo y tomo el costoso labial rojo que cubre mis labios, no lo pienso, solo escribo.
Te amo, Barbie.
«Todo va a estar bien» me digo mirándome a través del texto en el espejo.
No hago esperar mucho más a Miranda, salgo de la casa encontrándome con su gran auto frente a mí, me subo al asiento del copiloto encontrándome con una bonita sonrisa bajo sus oscuros lentes de sol.
—Buenos días —le saludo, correspondiéndole su gesto.
—¡Dios, que bien te ves! —Se baja los lentes para admirarme abriendo un poco más su sonrisa —Divorciarte te está haciendo tan feliz, y me encanta que no lo disimules ni un poco.
—Ya no voy a posponer mi felicidad para mantener la comodidad de otros.
Al decirle, mi pecho se infla de orgullo por mí, me siento orgullosa de la mujer que se ha levantado hoy, de las versiones que he sido a lo largo de mi vida y me han traído a este momento. Miranda me da un asentimiento, a gusto con mis palabras, y sin perder más tiempo se pone en marcha. No dejo que los nervios hagan una fiesta en mi estomago a causa del ligero desayuno que tome hace un par de horas. Me concentro en tomar aire, expulsarlo con lentitud, en todo el viaje.
Es más difícil llevar aire a mis pulmones cuando se estaciona y apaga el auto, pero lo consigo.
—Sin importar lo que veo, debo preguntar —me dice ella al girarse, la imito, observándola de frente guardar sus lentes en su cartera —¿Estás bien?
—Estoy bien —Dejo un suspiro, no le permito a mi mente irse a otras cosas, otras personas —No he estado tan bien en muchísimo tiempo.
—Es muy importante que te muestres segura de tu decisión todo el tiempo, van a hacerte preguntas de rutina hasta asegurarse de que el divorcio es la única opción viable para ustedes.
—¡¿De nuevo?! —pregunto sorprendida.
—Es el procedimiento después de haberte concedido treinta días para reflexionar.
