***ENIGMA II***

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Sentado en el sofá con Stella me hago consciente del delicioso aroma a recién duchada que expide mi Barbie al pasar cerca de nosotros para poder salir a la playa con los chicos siguiéndola

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Sentado en el sofá con Stella me hago consciente del delicioso aroma a recién duchada que expide mi Barbie al pasar cerca de nosotros para poder salir a la playa con los chicos siguiéndola. Me es difícil no acompañar su andar con mi mirada, el olor de su piel, ese bonito escote de su vestido, es una invitación a enterrar mi cara en su cuello para olerla, besarla, y repetir tanto como me sea posible.

Expulso todo el aire de mis pulmones sorprendido de mí mismo, en el momento en que me surge este profundo anhelo. He sentido deseo antes, he deseado a ciento de mujeres, pero nada se asemeja a lo que siento ahora, a lo que quiero, y eso me tiene asustado, emocionado, me siento un poco vivo, más vivo que en muchísimo tiempo.

Siento que ahora existe una posibilidad de vivir la vida para mí, y me asusta que solo sea alimentado por la presencia de mi sol, de mi Cora.

¿Qué mierda haré cuando ella vuelva a su vida y me deje de nuevo en mis tinieblas?

Me arde el pecho, nada intenso comparado con los dolores que he sentido antes, pero aún así la sensación está allí, al mirarla acariciar distraídamente a los chicos mientras usa su iPad con total concentración.

Pasé toda la noche dándole vueltas a ello en mi cabeza, por eso he decido no salir más hasta que sea ella quien se tenga que ir. Nunca me he sentido tan bien como ahora, mi mente, mi salud, se siente bien con ella aquí, pero me mantengo consciente siempre de que no es permanente, así que quiero empaparme, llenarme de ella, para que al marcharse tener este momento nuestro al que agarrarme.

No quiero que ni una sola llamada me interrumpa, por ello he traído a Stella conmigo...

«¡Mierda Stella!» Gruño en mi interior, volviendo a fijar mi vista en ella.

El gesto burlón de su rostro me hace arquear la ceja.

—¿Qué? —suelto con seriedad, pero ella decide soltar una imprudente carcajada —¿Qué te da gracia?

—Tu cara de imbécil —Se tapa la boca en cuanto vuelve a reír, y solo consigue hacerla más fuerte.

Maldigo por dentro.

—¡Ey! —le reprendo.

Es una puta mierda ver como aprisiona sus labios intentando no reírse en mi cara, aún cuando sé que internamente está carcajeándose. Su piel se ha puesto roja, su cuello a reventar. Bufo sintiéndome un poco imbécil. Instantes después que se ha calmado, me dice con una disimulada sonrisa.

—Lo siento, yo... —Se da un mordisco rápido para no tener que volver a reírse —Jamás pensé que te vería así —No tengo que preguntar, ella explica —: Te conozco desde hace tiempo, años, muchos años, y nunca has visto a ninguna mujer así, con esa cara de... de que sientes algo por ella.

Su apreciación no me sorprende demasiado, no al haberlo asumido en mi cabeza hace tan solo unos segundos. Simplemente curvo un poco mis labios.

—Hasta sonríes ahora —Se carcajea de nuevo, y no puedo evitar hacerlo yo a mi manera —¿Te gusta ella? —me pregunta directamente, y sin que yo diga nada, obtiene la respuesta y pasa la siguiente pregunta —¡¿Estás enamorándote de ella?! —Su sorpresa es palpable, aun cuando habla lo más bajo posible.

Enigma (Serie: LIBRO IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora