***CAPITULO DIECINUEVE***

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Todo recogido en mis maletas me presiona el pecho haciéndome sentir el corazón chiquito

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Todo recogido en mis maletas me presiona el pecho haciéndome sentir el corazón chiquito. Esta vez no he bajado apresurada por las escaleras una vez que los he visto jugar a la orilla de la playa, no puedo hacerlo cuando las lágrimas se acumulan en mis ojos, no quiero tener que decirles adiós, que esto se quede como un momento sin más, pero por más que le doy vueltas no consigo nada que decir, una oferta coherente.

Ahora me importa mi divorcio, mi casa de modas, ver cómo queda mi vida, mi alma, después de este gran acontecimiento, no sé lo que siento, no sé si me estoy lanzando o aferrando a esto porque parece ser lo más estable que tengo en mi presente, estoy tan desorientada en este instante, en busca de ese punto donde todo vuelve a comenzar, y no siento que sea justo con él invitarle a quedarse conmigo cuando no tengo un rol claro para darle en mi vida.

No quiero que sea un amante ocasional, que se convierta en un ciclo de fóllame y olvídame, y como le dije a él, cómo me grita mi intuición constantemente, no puedo iniciar un nuevo capítulo con Enigma si no le pongo un punto final al que tuve con Angelo, no es justo con él, no es justo conmigo. No quiero que seamos una espera desesperante del veamos que sucede, no he aceptado nunca jugar ese papel y no haría que otro lo juegue para mí, me sentiría tan egoísta.

Y en el fondo, con nuestras historias tan diferentes, sé que Enigma siente lo mismo, aún con todo lo que hemos desarrollado estos días juntos, todo lo hermoso, él tiene su propia historia que sanar, su propia batalla que librar, y no puede decirme nada.

Anoche solo dijo «Quisiera poder decirte que te quedes aquí conmigo» quiere hacerlo, pero no puede, y es exactamente lo que siento. Podría estarme ahogando en un charquito de agua, pero la verdad es que no puedo tomar una decisión, al menos no una diferente a lo que me he planteado el primer día que llegué aquí, me refugio, recargo mi fuerza y continuo mi camino.

—Tengo que seguir avanzando —me digo en voz alta, tras tomar una gran bocanada de aire —Tengo que cumplir con mi promesa, esa que me hice a mí misma, o nada de esto habrá válido el esfuerzo.

Necesito ponerme al frente, en el top uno de mis prioridades, por primera vez en la vida, y si para eso debo soltar esto, estoy lista para ello.

Con un nuevo suspiro cierro mis maletas, incluso mi teléfono está guardado, me ahorro la última mirada antes de salir con mis cosas, no quiero tener que devolverme a la habitación, me llevo todo lo necesario, incluidos los recuerdos que creé entre estas paredes. Bajo las escaleras por ultima vez, y dejo las maletas a un lado cerca de la puerta.

Es un poco tarde, ni siquiera tengo hambre, me dedico a salir a la playa, hay bastante brisa, mi pantalón acampanado ondea mientras me acerco atrayendo su atención a mí, los chicos ladran corriendo hasta alcanzarme, debo acariciarles intentando mantener mis lagrimas a raya, incluso cuando Enigma se gira para verme, sonríe un poco, más no me pierdo el deje de aflicción en su mirada.

—¿Se te pegaron las sábanas? —me consulta sin dejar de admirarme, justo como yo lo hago.

—Considerando lo poco que me dejaste dormir —Me detengo a un paso frente a él, tengo que levantar mi rostro para continuar mi escrutinio en su mirada —Estaba recogiendo mis cosas, ya ordené mi maleta y... eso —me encojo de hombros.

Enigma (Serie: LIBRO IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora