El corazón me late errático en el pecho, no tengo una idea clara si se trata de lo nerviosa que me pone el hecho de abordar el yate, o es, en realidad, la forma en que Enigma me mira, completa y solamente a mí, a la misma vez que su brazo se cierra firme en mi cintura ayudándome a subir.
Puede que sea una mezcla de todo, trato en lo mayor posible de no darle importancia, sería una auténtica mentira decir que no se siente exquisitamente bien.
Arriba, sin soltarme de su mano, conozco al timonel junto a sus dos hijos varones, los encargados de atendernos en nuestro paseo, me doy cuenta, por la forma en que comparten un cálido apretón de manos, que Enigma ya tiene una amistad con ellos, sus facciones reflejan confianza, cercanía, y me hacen sentir un poco más segura.
Sin perder tiempo los chicos nos guían adentro para darnos un rápido recorrido. Hay un bonito mobiliario en el interior, la cocina, un bar, y un discreto camarote, uno solo, pero trato no darle demasiada importancia ello, simplemente les sigo el paso subiendo a la cubierta. En el área de la proa queda el panel de control y el resto es una zona de descanso, techada, protegida con una baranda alrededor, el espacio es más pequeño que abajo, solo para dos, por lo que luce más acogedor, más bonito.
—Ya está todo listo—nos dice el jefe dándonos una rápida mirada a los dos —. Cuando ustedes ordenen partimos.
Se me escapa un pequeño suspiro, el que disimulo muy bien en mi amplia sonrisa. Cuando creo que he domado mis nervios alzo la mirada para encontrarme con la de Enigma, fija en mi rostro, paseándose como quien lee un libro sin perderse el más mínimo detalle.
—¿Estás preparada? —me consulta en un susurro.
Sigo nerviosa y sé que empeorará en cuanto esta cosa comience a moverse y tomar velocidad, pero quiero hacerlo, mi cuerpo me pide volver a sentir ese empuje de energía cuando hacemos algo que nos atemoriza y conseguimos rebasar esa barrera, quiero hacerlo, sentir esto, con él.
—Estoy preparada —le respondo. Al mirar al timonel le doy un leve asentimiento.
Paso saliva por mi garganta, me tiemblan los músculos como una autentica gelatina cuando los tres se dirigen al panel de control, los miro un instante mientras intercambian palabras terminándose de organizar, pero no puedo más, me siento un poco masoquista, así que vuelvo mi vista a Enigma, sigue mirándome intensamente, con su mano sujetando la mía, me suda un poco, creo que no lo nota o solo no le importa.
—¿Nos sentamos? —pregunta.
Niego a su propuesta, en cambio, tiro de su mano para moverme a la barandilla a donde me sigue sin rechistar. Quiero estar de pie para enfrentar este miedo que siento, sentirme valiente, acostumbrarme a esta sensación de vencer el miedo, eso que me ha frenado tantas veces en la vida, pero ya no más.
Tenerlo a mi lado me ayuda muchísimo a mantenerme serena, no me suelta, sin embargo, cuando el motor se enciende un involuntario saltito sacude mi cuerpo y mi primera reacción es sujetarme fuerte de la barandilla con ambas manos. Esto debería ser un momento vergonzoso, creo que lo es, pero lo estoy disfrutando mucho más de lo que me preocupa.
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Enigma (Serie: LIBRO IV)
Literatura Feminina***CUARTO LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** En medio de su divorcio Coraline Lestienne se cruzó con Enigma, un hombre lleno de tatuajes, envuelto en misterios, y unos ojos azules que gritaban caos, justo lo que ella llevaba atrapado en el corazó...