Al bajar las escaleras me lo consigo abriendo la puerta. Por primera vez deja la discreción, el estoicismo, a un lado y se permite desplazar su mirada por el generoso escote de mi vestido, además de fijarse en el largo de mis piernas.
Le gusta, específicamente, le gusto yo. Revivo nuestros últimos besos compartidos, sus manos en mi piel, lo que nos dijimos. Soy suya, él es mío. No hay reservas ahora mismo, al encontrarnos a mitad de camino no dudo en darle un beso en sus labios sintiendo como su mano se desplaza y se adueña de mis nalgas dónde clava sus yemas.
Tan solo es un beso rápido, igual de cargado de deseo que el resto compartido, que se ve interrumpido por el desperado saludo de sus cariñosos chicos, quieren mimos, se alzan sobre sus dos patas traseras para alcanzarlo y poder lamerlo, su saludo tarda lo suficiente hasta que los tres quedan satisfechos.
—He pedido la cena —Me avisa dando un paso al frente para quedar a escasos centímetros —¿Me regalas unos minutos para cambiarme y llevar estos dos a dormir?
—No te tardes.
—Créeme, no lo haré —Baja su rostro y me deja un rápido beso en mis labios.
Una pequeña presión se aloja en mi pecho en cuanto sube las escaleras con sus chicos siguiéndole, no se trata de nada malo, es solo una sensación deliciosa que me avisa cuantas son mis ganas de tenerlo conmigo. Decido aprovechar el tiempo para abrir las puertas de maderas y salir a la playa, la brisa está fría, la noche estrellada junto con la luna cuarto menguante brillando precioso. Sin duda, hay un ambiente excelente para una cena en la playa.
Ocupo el tiempo de espera arreglando la choza del desastre causado por el viento de todo el día, no es un gran esfuerzo, pero me sirve para mantenerme relajada hasta que lo observo venir de vuelta, duchado y con par de bolsas en sus manos, lo que supongo es nuestra comida.
—Parece que estamos pensando en lo mismo —dice.
Sonrío. Con tan preciosas vistas no creo que a nadie se le ocurriese comer adentro. Aguardo mi respuesta hasta que deja las bolsas en la mesa y se detiene a pocos centímetros de mí.
—No lo sé, ¿en qué has estado pensando tú?
La picardía le gana, me da una corta risita, y me cuesta determinar si en ella se cuelan un poco de nervios también. Cómo sea, me gusta el brillo enigmático que mis palabras han dejado en su mirada, me motiva a acercarme, a alzar mi rostro para poder quedar al ras de la suya. Arqueo mi ceja a modo de insistencia.
A esta altura del juego, ya debe saber que siempre busco la forma de saber lo que quiero porque soy extremadamente curiosa.
—Ahora mismo pensaba en que cenaremos afuera —dice, moviendo sus dedos sobre mi piel, a la altura de mis clavículas dónde aparta mi cabello —El resto del día estuve pensando en mi Barbie.
El énfasis en «mi» es tan sutil que casi creo que lo he imaginado, pero el mar oscuro de su mirada lo delata, le agrada este juego poseer, y no voy a negarlo, a mí también.
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Enigma (Serie: LIBRO IV)
ChickLit***CUARTO LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** En medio de su divorcio Coraline Lestienne se cruzó con Enigma, un hombre lleno de tatuajes, envuelto en misterios, y unos ojos azules que gritaban caos, justo lo que ella llevaba atrapado en el corazó...