***ENIGMA I***

2.3K 245 20
                                    

La sala de espera de los hospitales me pone nervioso, pero aún más que ello, el estar frente a mi doctor, callado, mientras observa los resultados de los estudios que me he practicado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La sala de espera de los hospitales me pone nervioso, pero aún más que ello, el estar frente a mi doctor, callado, mientras observa los resultados de los estudios que me he practicado.

Me inquieta lo repetitivo que ha sido todo esto en los últimos meses, este ir y venir de citas médicas, cirugías, terapias, en un silencio desolador que termina en el anuncio de un nuevo ciclo, un te veo en el siguiente mes.

Necesito que diga algo pronto, un está todo bien, lo que sea, algo que acabe con la incertidumbre que me come la cabeza a grandes mordiscos a pequeños segundos. Me he centrado en recuperarme, mi movilidad, mi estabilidad, la normalidad de mi vida, aunque estoy consciente de que jamás podrá ser así un cien por ciento porque hay cosas en mí que ya son irreversibles.

Quisiera estar ahora mismo sentado en una de las tumbonas frente a la playa tomando un desayuno en condiciones, mi única pausa y entretenimiento entre todo esto. Anhelo la brisa dándome en la cara, el olor a mar llenando mis pulmones y disfrutar del romper de las olas penetrando mis oídos, cómo debe estar haciéndolo Cora ahora mismo.

Debe estar comiendo sus frutas picadas o tomando uno de sus jugos nutritivos bailoteando un poco, es hiperactiva cuando come, creo que no se ha dado cuenta de eso. No creo que sea consciente de muchas cosas, en realidad, lo fuerte que es, por ejemplo, la forma especial en que sonríe, que le brillan los ojos, el ser tan capaz de abrazar, aun cuando su corazón está destrozado.

Es lo que ha dicho, sin embargo, no es dolor lo que expiden sus poros, hay que ser demasiado fuerte, demasiado puro de alma, para transformar todas esas amargas emociones que le embargan y expulsarlas de su interior convertidas en muestras de cariño, es algo extraordinariamente hermoso de ver...

—... ha sido satisfactoria.

Me sobresalto un poco al oír la voz del doctor frente a mí.

—Disculpe, ¿qué ha dicho? —Carraspeo un poco, para disimular lo distraído que me encuentro.

—He dicho que, ya han transcurrido seis meses desde tu operación —Asiento enterado, he contado cada día como si de un preso se tratase —El tratamiento al que te has sometido en conjunto con la rehabilitación y los cuidados recibidos, han derivado en ti una pronta y satisfactoria recuperación —El mover de mi cabeza no se detiene, he vivido lo que dice —¿Cómo te sientes?

Se me escapa un suspiro corto.

—Bien —Como respuesta obtengo su mirada inquisitiva —A veces me siento incómodo, con un poco de dolor, nada intenso, supongo que es falta de costumbre, espero que con el tiempo pase.

Hace anotaciones en una hoja y continua hablándome:

—Es correcto. Lo que sientes es lo normal, estás pasando por un proceso de cicatrización, rehabilitación y adaptación. Es un paso a la vez, no lo olvides.

—Lo intento —expreso, sé quiere que hable más, más detalles, que me cuestan admitir—. A veces me frustro, pero sigo adelante, doctor.

—Me alegra oír eso —dice, no solo hoy, siempre —Lo que has pasado, no solo la operación, sino todo lo que has vivido antes y después de ella ha sido un proceso difícil —Lo sé más que nadie, no digo nada, pues casi adivino las palabras que vienen —: No dudes en buscar ayuda psicológica si sientes que no puedes manejar tus emociones, todas son válidas, y están bien, pero conversar de lo que sientes con un profesional en el área te ayudará a gestionarlas de la forma correcta.

Enigma (Serie: LIBRO IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora