Al estirarme lenta, muy lentamente, sobre la cama, me doy cuenta de tres cosas. Uno, necesito un ibuprofeno para la resaca, dos, realmente descansé, mi cuerpo, aunque con dolor de cabeza, se siente bastante liviano, y tres, lo que más me preocupa, es que donde me estoy estirando, no existe mi olor, no se sienten como mis sabanas, esto, en definitiva, no es mi cama.
Ay...
Las imágenes de la noche anterior se remueven en mi dolorida cabeza, el desconocido y yo, en mi auto, de camino al mar... ¿Habremos llegado? ¿Cómo he llegado a esta cama para empezar?
Me da un poco de nervios abrir los ojos, encontrarme con algo que no esté preparada, así que, con mucho cuidado palpo a mi lado derecho, lento, muy lento, está frío, desolado. Intento al izquierdo, con mi otra mano, y es lo mismo, estoy sola, al menos sola en la cama.
Me muerdo el labio, y me lleno de valentía para frotarme los ojos, aclarándomelos para poder abrirlos. Dejo un suspiro, percibiendo el leve acelerar en mi pecho. No, no es mi habitación. Alzo las sábanas sobre mi cuerpo para mirarlo y un gemido me abandona.
«Bueno, al menos conservo las bragas» pienso de la forma más optimista posible.
Al volver la vista a la habitación, veo mi ropa desordenada a los pies de la cama, continuo más allá, buscando..., no sé, indicios de... ¿de qué? ¿Si dormí con alguien? ¿Si tuve sexo con alguien? Muevo mis piernas, las abro un poco, luego las cierro, lo repito, y no siento que estuvo nadie entre ellas, suspiro, mantengo la calma, miro más, todo es hermoso, el lugar es amplio, decorado con muebles de roble, tonos claros, blanco y beige, el ventanal debe ser enorme, puesto que una gran cortina se extiende a lo largo de mi lado derecho.
Entonces lo oigo, claramente, y una enorme sonrisa nace en mi boca, no puedo evitarlo.
Escucho las olas rompiendo en la orilla.
El corazón me late más fuerte, y mi garganta se cierra en un nudito, son ganas de llorar, pero nada de nervios. Llevo mucho tiempo deseando ver el mar, la playa, sentir la arena en mis pies, la brisa en el rostro. Lo pospuse por demasiado tiempo, por trabajo, mis problemas con Angelo, el desánimo hacia cualquier cosa, excusas, cientos de ellas, y ahora solo estoy aquí emocionada.
Hago el ademán de salir de la cama, pero me quedo en eso, en el puro intento, puesto que, una puerta a mi lado izquierdo cruje, abriéndose, y de un tirón giro mi rostro. Mi primer impulso es tirar la sabana, abrazándola a mi cuerpo para que nada quede a la vista. Doy un respingo, me relajo y mi boca se abre en una silenciosa o, todo en un segundo.
El desconocido ha salido de lo que supongo es el baño, vistiendo un pantalón de chándal negro a la cintura, lleva medias en sus pies, y una toalla con la que se frota el cabello, nada más. Los músculos tensos de sus brazos, su torso sutilmente trabajado, están al desnudo, pero no es ello lo que me impresiona, sino... sino la maravillas en tinta que lleva sobre ellos.
ESTÁS LEYENDO
Enigma (Serie: LIBRO IV)
ChickLit***CUARTO LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** En medio de su divorcio Coraline Lestienne se cruzó con Enigma, un hombre lleno de tatuajes, envuelto en misterios, y unos ojos azules que gritaban caos, justo lo que ella llevaba atrapado en el corazó...