Mi segundo despertar en la playa ya no es tan vergonzoso, lo he hecho desnuda, sola, en la misma habitación, con una larga bata de baño a mis pies esperando por mí. Las olas rompiendo de fondo me alegran la mañana, disfruto las vistas por un rato frente al extenso ventanal hasta que mi estómago gruñe de hambre, obligándome a despegarme de ellas. No tardo en asearme y con la misma vestimenta bajo al primer piso encontrándome con Enigma sentado en el sofá atendiendo una llamada telefónica.
Le saludo con tan solo una sonrisa y él me guiña un ojo de vuelta, más concentrado en su conversación que en mí. Lo miro, larga y tendidamente, en sus labios hay una especie de curva de lo más sexy que existe en el mundo, no le dura demasiado, frunce el ceño dando respuestas cortas, es una llamada tensa, lo siento, y también me parece sexy.
Tengo que botar un pequeño suspiro para procesar del todo sus gestos, no sé por qué, pero en mi pecho algo se presiona. Es tan extraño, es un desconocido, pero me siento bien, me siento cómoda con él.
Al terminar se fija en mí por completo, preguntándome cómo he pasado la noche, mi respuesta es la misma de ayer, he descansado como hace mucho tiempo no lo hacía, a mi cuerpo le ha sentado de maravilla las horas que pasé dentro del agua nadando.
Esta vez desayunamos adentro, en la isla de la cocina, dónde las dos señoras del servicio nos atienden con mucha amabilidad. Una vez nos dejan solos percibo en mis nudillos un débil roce que se convierte en mi interior en un corrientazo de baja intensidad.
Miro el rostro de Enigma al fijarme que solo ha sido su mano chocando con la mía.
—Debo salir en un rato al bar, ¿quieres venir conmigo?
Ni siquiera tengo que pensarlo, niego, prefiero quedarme aquí, aunque sea sola.
—¿Necesitas que te traiga algo?
Le doy un bocado a mis frutas, no necesito nada, me siento realmente bien, hasta que recuerdo que debajo de la bata no tengo absolutamente nada. Puedo andar sin top delante de él, ha quedado demostrado que un par de pezones al desnudo o marcados sobre la tela no le alteran y a mí no me incómoda en lo absoluto, pero si necesito bragas para usar bajo sus camisetas.
«¿O no?» murmura la vocecita de mi cabeza.
Elijo ser una mujer precavida.
—¿Podría decirle a alguien que me lleve algunas cositas al bar y tú me las tres aquí? —consulto, antes de que responda, hago un pequeño mohín, puede que también parpadee un poco —Será ropa, mis cremas, y un par de cositas de trabajo por si se me inspiro.
—Está bien.
Sonrío encantada, no me lo pienso dos veces con la cercanía que tenemos, le planto un beso a su mejilla, queda más sonoro de lo que pretendo. Su sorpresa hace me sacuda la vergüenza, y la vergüenza me hace soltar una sonora carcajada.
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Enigma (Serie: LIBRO IV)
ChickLit***CUARTO LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** En medio de su divorcio Coraline Lestienne se cruzó con Enigma, un hombre lleno de tatuajes, envuelto en misterios, y unos ojos azules que gritaban caos, justo lo que ella llevaba atrapado en el corazó...