***CAPITULO TREINTA Y DOS***

1.8K 187 27
                                    

El reencuentro que Enigma ha preparado con su madre ha traído a mi presente, mis pensamientos en específico, mis propios padres

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El reencuentro que Enigma ha preparado con su madre ha traído a mi presente, mis pensamientos en específico, mis propios padres. Ellos hace varios años decidieron volver a Francia, Estrasburgo, ciudad donde nacieron, posterior se conocieron, y aunque siempre me ha hecho feliz su decisión, no se pierde el hecho de que les extrañe, y desear en ocasiones tenerlos cerca tan solo para abrazarlos.

Deseo que Enigma tenga la oportunidad de retomar su relación con su madre, que ambos puedan conseguir consuelo en el otro tras todo lo acontecido con el accidente y posterior la perdida de su familia. Estoy convencida de que todos merecemos seguir adelante, vivir sin cargar con el pasado como una pesada mochila, o peor aún, como una soga amarrada al cuello.

Con más ímpetu, deseo para Enigma un transitar por su camino sin un pesado dolor colgando en sus hombros. Espero que la cita con su madre esta noche le dé lo que necesite, de mi parte, estaré allí para él.

Con un suspiro largo salgo de mi cabeza y aterrizo de nuevo en el salón, estoy en medio de una prueba de textiles, un trozo de tela descansa en mi mano mientras que el resto están desordenadas sobre la mesa, sin embargo, no continuo en mi trabajo, elijo ocuparme unos minutos de mis emociones permitiéndome hacer una videollamada desde mi escritorio, sé que no tomará demasiado tiempo, es posible que ni siquiera me atienda, pero mi madre no me deja esperando, después de varios tonos escucho su voz:

—Buenos días, cariño —me saluda mi madre, colocándose los lentes para verme mejor.

Su sonrisa dulce a través de la pantalla es suficiente bálsamo para aliviar todas mis emociones. Me siento mucho mejor ahora, es casi mágico, como la velocidad en la que comienza a preguntarme de todo. Estoy bien. Estoy comiendo bien. Estoy durmiendo a la hora. Continuo en mis citas médicas. Definitivamente no paso las noches llorando. No he abandonado a Edmond, y muchas respuestas más que le dejan saber que lo primero que le dije.

—Estoy bien, mamá... —repito sonriéndole.

—Puedo verlo, tienes buen color en la piel y te brillan los ojos.

Agradecida, tomo mi turno de hacer las preguntas. No tantas, me intereso por saber si ellos están bien, pregunto directamente por mi papá y me alegra verlo instantes después a su lado, me saluda con tan solo su mano manteniéndose en silencio mientras mamá me cuenta los planes que tienen para su próximo viaje siguiendo una ruta de vino para hacer catas en diferentes viñedos en pocas semanas.

—Al finalizar tomaremos un vuelo a Milán —completa con una sonrisa que consigue hacer florecer la mía al instante —Ya hemos concretado la reserva en el hotel, pero si deseas que pasemos días contigo en casa podemos ajustarlo.

Mi sonrisa se profundiza más, y debo agachar mi cabeza un segundo para disimular el calor que me ha pintado las mejillas. No les he hablado a mis padres de Enigma en lo absoluto, estaba esperando verlos, pero nunca contemplé la idea de que querrían volver a quedarse conmigo en una casa a donde no duermo desde hace varias de semanas.

Enigma (Serie: LIBRO IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora