***CAPITULO VEINTICUATRO***

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Al llegar a mi oficina casi me asusto ante la ausencia de las chicas en el piso, normalmente están aquí antes que yo, y cuando no, tengo una notificación en mi teléfono, estoy a punto de revisarlo cuando escucho débiles murmullos provenientes de l...

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Al llegar a mi oficina casi me asusto ante la ausencia de las chicas en el piso, normalmente están aquí antes que yo, y cuando no, tengo una notificación en mi teléfono, estoy a punto de revisarlo cuando escucho débiles murmullos provenientes de la oficina de Brigitte, su puerta está cerrada, pero están allí, distingo la voz de Lucy y la carcajada silenciosa de mi cuñada.

No sé porqué, pero esta es la primera vez que me atrevo a abrir su puerta sin tocar consiguiéndolas frente a la laptop, antes de que pueda saludarlas ellas dan un salto en su lugar y es Lucía quién cierra la computadora de un manotazo.

—¿Qué están haciendo? —les consulto a causa de sus evidentes nervios.

—Nada —responden al unísono haciéndome sonreír.

Soy demasiado curiosa, acabo de tomar un desayuno que me ha rebosado de energía, además, sin intenciones de abusar de mi poder, soy la jefa, quiero saber.

—¿Qué están viendo?

Al ver como comparten una rápida mirada mi curiosidad sube los niveles. Me adentro en la oficina cerrando la puerta detrás de mí.

—Nada importante, trabajamos en... en ...

Vuelvo a sonreír, si hay una sola cosa que mi cuñada no sabe hacer es mentir, y Lucy está demasiado ocupada mirándome con un tono más pálido en su rostro de lo acostumbrado para poder completar su frase. Me acerco hasta conseguir estar a un costado.

—¿Puedo mirar?

—¡No! —vuelven a responder las dos.

Pero ya tengo mis dedos en la laptop abriéndola de nuevo. No sé que espero exactamente, cualquier cosa, menos el vídeo de seguridad de la cámara del recibidor de mi oficina en pausa, sin un motivo aparente, ahora soy yo quien se siente nerviosa. Continuo la reproducción y no pasa absolutamente nada, lo normal en un día de trabajo.

—Solo hacíamos una prueba de la cámara —murmura Lucy.

—¿Por qué?

—Nos tomamos en serio tu seguridad, supongo —Al ver a mi cuñada asentir, sé que me mienten.

Retrocedo las imágenes para ver lo mismo que ellas veían minutos antes de mi llegada. Al dar con la imagen exacta siento mis mejillas calentar con ferocidad. El vídeo es del día anterior, y me devuelvo hasta el momento en que entro en el cuadro de la cámara, entonces veo lo que ellas, Enigma está ahí, de pie en mi recibidor, nota cuando llego, y la forma en que se ilumina su rostro hace que me revoloteen un montón de mariposas en el estómago.

No puedo enfocar su mirada, pero la sonrisa de sus labios, la discreta redondez que han tomado sus ojos y como su cuerpo, aunque macizo, bien trabajado, cede ante mi llegada, como si no pudiese soportarlo, es absolutamente increíble. Luego estoy yo, casi floto tirándome a su pecho. Nos abrazamos, Dios, casi nos besamos, estamos tan cerca, y es tan intenso que mi vientre pesa. Hablamos en susurros, nuestras narices están rozándose y no creo haberme dado cuenta que ayer que hicimos eso. No me pierdo la forma en que me sujeta la cintura, luego las mejillas, con tal familiaridad, que es obvio que hemos tenido una intensa intimidad, no dejaría que nadie me tomara así, sólo a él.

Enigma (Serie: LIBRO IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora