𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑰𝑰 "𝚘𝚖𝚎𝚐𝚊 𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚊 𝚌𝚊𝚛𝚊𝚖𝚎𝚕𝚘".

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Ochoa despertó por los pequeños rayos de luz solar que se escapaban por las cortinas de su habitación. Giró su cuerpo en un quejido grave y ronco hasta colocar sus manos del otro lado de la cama, el cual estaba, vacío. Aún con sus ojos cerrados, se pudo observar y sentir como la decepción en sí se hizo presente al no sentir la calidez de alguien. Suspiró una vez más para incorporarse en la cama, y tallar sus ojos. Observó algunos segundos su habitación limpia y ordenada antes de lograr levantarse para ponerse su uniforme de entrenamiento y bajar a entrenar.

Después de desayunar algo que le brindara energía suficiente para su entrenamiento, bajó para poderse encontrar con sus compañeros de equipo y su director técnico.

Caminaba con sus audífonos puestos, observando su celular, respondiendo algunos mensajes, leyendo algunos comentarios, nada en especial, simplemente, quería olvidarse un poco de las palabras de Andres, las cuáles, sonaban más que la música en su cabeza.

Llegó hasta el elevador, las puertas se abrieron al ver que era el mismísimo Memo Ochoa, y no porque él pulsó el botón para entrar. -Agh... parece que me estoy volviendo loco...- susurró ya dentro del elevador para sí mismo... y creyó por un segundo que así era porque estaba hablando solo.- Andrés no tiene razón Memo, ya bajale, tú así estás bien... nadie te reclama... nadie te exige... nadie te abraza... -suspiró-- bueno pero a ver, a... a Vega sí lo abraza alguien y qué... no lo veo así que digas tú, hay que feliz está, ¿no?, -hablaba en voz alta para si mismo el alfa mientras caminaba de una pared a la otra en el elevador, completamente perdido.

Estaba tan perdido que ni siquiera se percató de que el elevador se detuvo un piso para agregar a otro pasajero a bordo, uno que sin duda, cambiaría su suerte... ¿para bien?...

Pues..., agh, ya, deja de darle importancia al pendejo de Guardado... no necesitas a nadie, eres muy bueno, es más, eres excelente... aunque... eso hubiera estado mejor si me lo decía... -giró su rostro hacia la puerta del elevador para mirar que afuera ya se hallaba alguien. Bastante atónito por cierto.

Quién había parado el elevador era nada más y nada menos que Messi, el jugador de la selección de Argentina. Messi, quien era un omega de baja estatura, clásica de su casta, simplemente observaba con un semblante serio y de cierta manera sorprendido al arquero mexicano que hablaba solo.

... Lo siento... no pensé que hablaras solo... -habló el jugador 10 de argentina entrando al elevador, un poco alejado del alfa por si se le ocurría tener otro episodio de lo que sea que le haya sucedido. -Si querés podés continuar... - alzó sus manos desviando la mirada del alfa para darle su privacidad.

El alfa miraba con la boca semiabierta al omega que había entrado, pues sabía bien quién era, estaba frente a uno de los mejores jugadores considerados por casi todo el mundo, además de reconocido.

Se maldijo a sí mismo por haber tenido un momento como ese de hablar solo, pero debía arreglarlo. Aclaró su garganta y primero que nada, saludó quitando rápidamente sus audífonos.

Buenos días... yo... no es que yo hable solo sabes, aveces... necesitas la opinión de un experto... jaja... -sonrió hacía el omega quién giró su cabeza para conectar sus miradas. Parecía que no le había hecho gracia el comentario del arquero, hasta que una sonrisa se escapó de sus labios y junto a ella una pequeña risa por parte del argentino.

Yo pensé que estabas delirando -alzó sus hombros rompiendo por fin el hielo que los dividía de tener una conversación- no te preocupes, te entiendo.

Gracias... -interrumpió el portero de la selección mexicana- y... ¿hacía donde te diriges?- cuestionó sin pudor el mexicano-.

Voy a entrenar con mi equipo, ya sabes, ¿y vos? -ahora fue el omega quién hizo la pregunta con la misma índole-. Yo también -simplemente pudo responder eso tan simple el portero. ¿Pero qué me pasa?, pensó el portero.

Se sentía como un adolescente de 13 años encontrando que existían las feromonas y que le causaban algo, porque eso estaba sucediendo.

El olor dulce del omega a caramelo hizo que sus fosas nasales se abrieran para oler más y más, observó el cuello del omega, imaginándose que se saltaban la habladuría y que el alfa enterraba su rostro ahí dentro para bañarse con la fragancia tal dulce que despedía el jugador Argentino. Pero se pausó. Pausó el vuelo que estaba dando a su mente. En frente tenía al jugador con el que sería contrincante en tan solo 2 días, ahora sí que se estaba volviendo loco.

Además, recordó por un segundo la apuesta de Andrés. Si perdía, debía buscar a alguien, pero... ¿y si ya lo había encontrado?...

El sonido del elevador lo sacó de su mente, regresandolo al presente. Al igual, que la voz y ese acento característico de Argentina.

Bueno, yo me voy... nos vemos. -El omega salió del elevador agitando su mano hacia el alfa, con una de sus mejores sonrisas, y vaya que era la mejor para portero. -Adiós... -fue lo único que pudo vocalizar el más alto, observando como se perdía el omega, ya fuera del elevador.

Soltó un suspiro y giró su cuerpo para dirigirse a dónde sus compañeros, pero al momento de hacerlo, sus cuerdas vocales esbozaron un grito grave que le logró sacar su compañero, Lozano, nuevamente. El omega miraba al arquero de su equipo con una ceja levantada, se veía molesto. -¿Qué hacías con él?- se limitó a decir.

Yo... pues... entró al elevador, yo no tengo la culpa... -desvió su mirada del omega.- ¿Ya iniciaron el entrenamiento? -justo cuando Lozano iba a responder, fueron interrumpidos por el técnico de su equipo. El tata.

Ya empezamos- Simplemente se limitó a decir y a perderse en dónde sería el entrenamiento. Sin decir nada más, tanto el alfa como el omega fueron hasta ahí.

No quiero sorpresas, Guillermo. En 2 días jugamos contra ellos -hizo énfasis al decir "contra"- ... no puedes pasearte por ahí con los contrincantes, mínimo espérate a que pase el partido -susurró el omega para su amigo-

El alfa no pudo evitar soltar una risita y pasó su mano por la espalda del jugador. -Tienes razón. No volverá a pasar... hasta que pasemos del partido.- Guillermo le guiñó un ojo a su amigo y ambos entraron a donde entrenarán.

Pero la mente del portero ya no estaba en el juego, estaba en quién lo jugaría. Ese omega cuyo olor parecía ser un regalo que le cayó del cielo.

● 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐏𝐎𝐑 𝐓𝐈 ● [𝙼𝚎𝚌𝚑𝚘𝚊 𝙾𝚖𝚎𝚐𝚊𝚟𝚎𝚛𝚜𝚎].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora