𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐕𝑰𝑰 "𝚕𝚊 𝚋𝚞𝚜𝚚𝚞𝚎𝚍𝚊".

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Era la 1 de la mañana en Qatar, todos estaban durmiendo, todos menos Messi. Aún seguía despierto esperando a que Lozano respondiera su celular.

Se quejó a grito abierto. Pensó en que quizá este no quería responderle, quizá porque lo odiaba o porque quería quedarse con Ochoa, su alfa. Sacudió su cabeza, ahí estaban otra vez esas ideas idiotas.

Lo cierto es que Lozano no mentía cuando dijo "a lo mejor no te respondo" a Ochoa porque jamás lo hacía. Su celular siempre estaba en silencio y después de llegar, casi de inmediato se quedó dormido y no miró que tenía un mensaje que podría cambiar el destino de Guillermo y de Messi.

Lio nuevamente se estaba sintiendo como un idiota. Ni siquiera podía hacer eso bien. Estaba perdiendo a Guillermo.

Aún así, siguió esperando con aquello que había salido a comprar, empuñado en su sudorosa mano.

Ochoa por su parte no logró pegar sus ojos en ese transcurso, además, no tenía razón para dormir un par de horas y después despertar para irse. Así que se quedó pensando...

Pensó en que lo que sucedió en Qatar se quedaría en Qatar. Sus logros, sus sueños, sus fracasos, sus risas y por supuesto... Messi. Él también se quedaría ahí, estaba dispuesto a que, no sabía cómo, pero lo olvidaría... pero se estaba engañando. El pensar en ello hizo que su pecho volviera a doler y a sentirse aprisionado a tal punto de que le faltara el aire. Estaba sintiendo nuevamente ese dolor atravesante que lo mantenía en el suelo.

¿Por qué le estaba pasando eso?, él solo quería ser feliz con Messi... la vida era realmente injusta.


Entonces la hora de salir del hotel llegó. Debían llegar a las 3 al aeropuerto, este quedaba como a 30 minutos ahí, así que estarían bien de tiempo.

Lozano despertó de su corto sueño, pero solo miró la hora de su celular sin desbloquearlo, a pesar de que tenía un mensaje que no leyó. No le pareció relevante. Era el mensaje de Lio.

Todo el equipo mexicano se hallaba ya en el lobby del hotel, la mayoría estaba adormilado, el único que parecía más que despierto era Ochoa. Este miró como Lozano llegó algo apresurado hasta el final, ya sólo lo estaban esperando a él para irse.

Una vez llegó, sin más preámbulo subieron nuevamente a las camionetas para irse de ahí.


Messi estaba desesperado. Lloraba frenéticamente mientras caminaba de un lugar a otro sin consuelo. Y tomó una decisión que debió tomar desde el principio.

Limpió sus lágrimas antes de llegar al lobby del hotel, solo 5 minutos después de que el equipo mexicano de haya ido hacia el aeropuerto. Entonces preguntó por ellos.

Sus ojos se aguadaron en el momento en el que escuchó que se habían ido hace un momento. Ahora sí que había perdido a Guillermo para siempre.

Caminó con dificultad hasta llegar a la puerta principal del hotel. Ya no había ningún rastro del equipo, y menos de Guillermo. Regresó adentro.

Esta vez camino por otra salida hasta llegar a los jardines perfectamente hechos del hotel. Caminó de la misma manera hasta llegar a una fuente.

Al llegar ahí, sus rodillas cayeron rápidamente al suelo. La luz que daba iluminaba su rostro y esta hizo notar su dolor. Y nuevamente, como lo había estado haciendo... comenzó a llorar.


El conjunto mexicano había llegado ya al aeropuerto. Una vez se identificaron, procedieron a abordar el avión. Una vez ya dentro del mismo, el omega se dignó a ver sus mensajes pendientes, qué tal que había uno importante. Pensó.

Sus ojos se abrieron tanto que sintió que se saldrían de su lugar. Su boca se abrió tanto que parecía que iba a quebrarse. Esbozó un gran ¡no mames!. Había leído el mensaje de Lio algo tarde... bueno, bastante tarde.

Se levantó rápidamente de su asiento, casi tropezando pero logró mantenerse a pie. Interceptó a Ochoa quién lo sostuvo al llegar para que este no cayera.

Wey, qué te pasa, por qué traes esa cara -preguntó Ochoa preocupado por su amigo, pero lo que este le dijo, lo dejó aún más anonadado.

Lio... Messi... me dijo que quería hablar contigo, hace como 2 horas o más y yo... agh, puta madre, perdón, no lo vi antes... tienes que regresar, Memo, ¡tienes que regresar!.

Ochoa se quedó parado ahí, su rostro estaba sorprendido. Sintió latir su corazón nuevamente.

No te quedes ahí como pendejo, que corras de regreso -entonces Lozano lo empezó a empujar para que bajara del avión.


Messi había estado ahí afuera en los jardines del hotel. Llorando. El frío era su único acompañante, estaba realmente entumido, pero no quería entrar. Se sentía a morir... aún sostenía en su mano lo que había comprado para el alfa, y en la otra, su celular.

Buscó en el la red social de Guillermo. A pesar de qué quería hacer las cosas cara a cara, no tendría ya la oportunidad, esa era la única alternativa que tenía. La aprovecharía.

● 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐏𝐎𝐑 𝐓𝐈 ● [𝙼𝚎𝚌𝚑𝚘𝚊 𝙾𝚖𝚎𝚐𝚊𝚟𝚎𝚛𝚜𝚎].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora