𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐈𝐈 "¿𝚌𝚎𝚕𝚘𝚜?".

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Entonces, ¿qué pasó?, dale, decime. -Cuestionaba "Dibu", el arquero de argentina a su compañero, Messi.- Si es por el siguiente partido, pará, lo ganaremos. No nos iremos a casa. -Habló motivante palmeando la espalda de su compañero.-

Messi sentía el mundo encima de él. El partido contra México debía de ser excelente, debía ganar si quería quedarse y pasar a la siguiente etapa. Estaba destrozado.

No te preocupes. Estaré bien, Dibu, andá, ve a descansar. -Respondió Messi para su amigo, dedicándole una sonrisa.-.

No te vayas a quedar despierto hasta tarde oíste. -Lo señaló con uno de sus dedos de manera amenazante, y al fin, salió de la habitación del jugador 10 de argentina para dejarlo solo en esta.

Messi soltó un suspiro pesado al mismo tiempo en el que pasaba sus manos por su cabello. Se quedó así por algunos segundos, hasta que reaccionó y se reincorporó. Inmediatamente, tomó su celular para comenzar a buscar información. Algo sobre la selección con la cuál tendrían el próximo partido, es decir, de México. Lo primero que apareció ante los ojos del omega es la noticia del penal del arquero mexicano, Guillermo Ochoa.

Pará... yo a ti te conozco... -susurró abriendo el link que lo enviaría al video de esa increíble hazaña.

Sus cejas se alzaron un poco y una pequeña sonrisa se escapó del Argentino al mirar la facilidad con la que el alfa de mayor tamaño había parado ese penal. Repitió el video.

Volvió a sonreir, esta vez un poco más que la vez pasada. -Que bueno que sos...- mencionó y nuevamente repitió el video. Esta vez presto atención al cabello del portero. Era castaño, quizá no tan obscuro, pero castaño, sus rizos se formaban perfectamente, incluso se cuestionó que tantas cosas debería usar el alfa para que se viera así, entonces cuidaba de su aspecto, ¿eso estaba bien, no?.

Ladeo su cabeza ligeramente, y cuando llegó el momento en el que repitió el video por cuarta vez con una sonrisa radiante, se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

Aventó el celular a la cama, con un rostro claramente asustado, y miró fijamente la pantalla brillante en la habitación semi obscura. Se quedó así unos segundos.... sacudió su cabeza, se levantó y tomó su celular para quitar de una vez por todas ese video... no sin antes verlo una vez más. -Es para ver cómo meterle un gol...-habló para si mismo, aunque no se convenció.

A la mañana siguiente, Messi estaba más que motivado. La noche anterior había sido bastante rara, pero le había hecho reflexionar sobre... ¿el cabello chino?, bueno, le daba igual, algo había reflexionado.

Se alistó para ir a su entrenamiento como de costumbre. Salió de su habitación, caminaba tranquilo, seguro de sí mismo, con pensamientos intrusivos del video que sacaba de su mente con una sacudida, y regresaba. Todo normal, o al menos, no quería sobre pensarlo el omega.

Al llegar al elevador, este apretó el botón para poder ingresar. Al abrirse las puertas ante él, visualizó. Primero observó ese cabello chino el cual estaba perfectamente sostenido por una banda que imposibilitaba el pase hacia el rostro. El rostro, ¿esa nariz podía ser posible?, combinaba perfectamente con sus ojos grandes para su casta, y perfectamente brillantes como el sol por las mañanas cuando era su temporada de brillar, y terminando en sus labios, los mejores que había visto en alguien de casta dominable. Labios medianos, pero perfectamente adaptables y robables si así se deseaba. Pero la magia se desvaneció al escucharlo hablar solo.

Messi solo se limitó a admirarlo y darse cuenta de que estaba medio loco cuando se dio cuenta que se había detenido al hablar.

El Argentino solo pudo esbozar algunas cuantas palabras al entrar al elevador. -¿Qué fue eso?- pensó el jugador Argentino después de desviar su mirada del portero Mexicano. Pero inmediatamente escuchó como el más alto hacía una broma para amenizar la situación, su corazón y su respiración de calmaron. Sonrió.

Al momento de salir del elevador y despedirse de él, en el preciso momento en el que sabía que su vista no permitiera verlo, se pego en la primera pared que miró. Respiró fuerte, profundo, más no acelerado... definitivamente si usaba productos para cuidar su cabello, ¿este sería suave?, era la nueva pregunta que se hizo el jugador.

Tragó saliva en una garganta cuya frescura le hizo recordar que debía entrenar, pues le dolió la sequedad que esta le devolvió. -Pará... tendré que meterle un gol a él...- abrió sus ojos un poco cerrando su boca en una expresión de ¿emoción?. -Pues... es probable que con ese cuerpo suyo... los detenga...- susurró para sí mismo y una sonrisa picara se escapó de su boca, hasta qué...-

¿Con quién hablas? -Expresó Lautaro hacia su compañero con un rostro preocupado- andá, entra ya- lo tomó por el hombro para jalarlo al área de entrenamiento-. El omega obedeció sin decir absolutamente nada más.

Lozano, necesito que lo entiendas, esto es muy importante, ¿puedo confiar en ti?....- suplicaba casi el portero Mexicano hacia el más bajo, quién lo veía con un rostro de incredulidad-.

Nah nah nah, a mi no me la pegas, Memo. Tú estás muy raro desde que llegaste... acaso estás... -Guillermo sintió que su alma abandonó su cuerpo- estás... ¿nervioso?, vamos, no te preocupes, estarás bien, Messi es extremadamente bueno, pero nosotros también, podemos con esto! -el omega sonrió para el contrario quién ya recuperaba el aire, tranquilizandose.

No, Chuky, no estoy nervioso...- habló bajo. Miro hacia ambos lados esperando que no hubiera nadie y halo a su amigo hasta una de las paredes donde nadie pudiera verlos, de los hombros.-.

Algo sucedió esta mañana... yo...-no pudo terminar porque su compañero había llevado una de sus manos a su boca haciendo un sonido de sorpresa- ¡¿lo embarazaste?!, ¡¿en el elevador?!- susurró el jugador Mexicano, cuyas palabras sintió Ochoa que fueron escuchadas hasta su propia casa.

Inmediatamente soltó un ¡NO!, en negación bastante alto, dándose cuenta de ello, volvió a bajar su tono de voz y miró a su amigo.

No... Hirving... no...- suspiró- él... dios, es... huele... increíble... y yo...- se limitó a mirar a los ojos al omega que tenía contra la pared escuchándolo seriamente.

Es solo... sé que vamos a jugar contra él y su equipo pero de verdad yo... ese olor que tiene él, es adictivo..., ¿tú me entiendes...?- sus ojos pasaron a ser de suplica.

Hirving sonrió asintiendo y soltó una risa suave, acarició el cabello del más alto para que de relajara.-Claro que lo sé, tranquilo. Pero no puedes.- Su semblante se puso serio-... no hasta que termine el partido, después ya le metes tú los goles que quieras, pero ahí dentro no dejes que te meta ninguno.-Volvió a sonreír, y Ochoa desvío sus ojos sintiendo que en cualquier momento lo golpearía.

A pesar de que era su gran amigo, aveces era un tonto, pensó el guardameta Mexicano.

Pero algo de lo cuál no se había percatado ninguno de los dos, es que desde el fondo observaba un omega de baja estatura. -Ha, parece que a alguien le gusta ligar incluso con su propio equipo-. Pensó Lionel. Acaso estaba sintiendo...¿celos?.

Después de la hermosa charla que terminó por darle dolor de cabeza a Ochoa por las bromas de Lozano, ambos se dirigieron a sus habitaciones respectivamente para descansar.

En los siguientes 2 días debían seguir entrenando y dándolo todo si querían ganar. Aunque su mente estaba dispersa y en ciertos momentos su imaginación volaba como un pájaro que apenas a aprendido a hacerlo, imaginó el olor del omega tan claro como el agua en su alcoba, cosa que hizo que se sumergiera en una embriagante sensación. Debía tenerlo con él.

● 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐏𝐎𝐑 𝐓𝐈 ● [𝙼𝚎𝚌𝚑𝚘𝚊 𝙾𝚖𝚎𝚐𝚊𝚟𝚎𝚛𝚜𝚎].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora