𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈 "𝚎𝚕 𝚛𝚎𝚐𝚊𝚕𝚘".

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Que no me pasa nada, chicos, dale, a entrenar -solapó la confianza el jugador 10 de argentina en su equipo, pues la mayoría estaban preguntándose si le sucedía algo, estaba muy disperso.-

La visita inesperada de Ochoa en la mañana, junto a la increíble oferta lo dejó deseoso de ello. Deseoso de poder sacar todo el lado omega que reprimía ante la imponencia del más alto. La simple idea de ceder sus más bajos instintos ante el arquero mexicano lo volvía loco, tanto, que durante su entrenamiento tuvo muchas fallas y complicaciones que rápidamente le hicieron notar.

Romero se acercó hasta Lionel cuando estaba hidratando un poco su boca. -Dale que aún tenemos mucho camino por delante, tenés que concentrarte Lio- sacudió el pelo de Messi de un lado a otro para alentarlo- por qué todos insistís en que me pasa algo, ¿huh?, ya se los dije, no me pasa nada- mintió el omega.- andá que tenemos que seguir- señaló con la mirada la cancha donde entrenaban, principalmente para que Romero dejara de hacerle preguntas.

No no no, y lo mejor siempre será la cara de Memo, se quedó así -explicaba Lozano para su compañero Andrés, la grandiosa hazaña del portero, imitando graciosamente la situación- hubieras ido, estuvo increíble el rechazadón que... -no pudo terminar la humillación hacía el alfa cuando este ya había usando el don de su voz para de una vez por todas calmar a su compañero omega, quién inmediatamente obedeció la orden y se calló.

Oye no le grites, así le hubieras dicho a Lionel, le hubieras ordenado que saliera a comer contigo -salió a la defensa del omega, Andrés.- No te aguites Memo, todavía tienes oportunidad para invitarlo, es más... -se levantó del sofá que había en la habitación de Ochoa- te vamos a ayudar porque se ve que tú solo nomás no puedes -junto a él se paró Lozano. Ochoa solo cubrió sus ojos y parte de su frente con su mano.

Es que lo hiciste mal Memo, tenías que haber llegado acá de -y entonces comenzó la tortura para Guillermo, pero la cápsula de risa para Lozano y Guardado. Guardado se paró en frente de Lozano simulando ser Ochoa- hola... nene... -fingió una voz grave. Lozano entendió la dinámica de molestar a Memo e inmediatamente fingió timidez jugando con su playera- ay ya Memo... qué quieres...ah no... que querés- trató de imitar el característico acento argentino, sin éxito, obviamente.

Okay, esto...- habló el portero quien fue interrumpido por un fuerte ¡SHHH! por parte de ambos, y volvió a su pose inicial con su mano está vez en su boca. Le dolía la humillación.

Quieres salir conmigo... a bailar esta noche -Guardado mantenía la voz más falsa y grave que se le pudo haber ocurrido y sostuvo la mano de Lozano- ay...si quiero- respondió Lozano quien se abalanzó a abrazar a Guardado- si Memo, si quiero -se burlaba ahora el omega del fracaso de su amigo.

Definitivamente esto no le causaba gracia al alfa, pero a sus 2 compañeros en frente, parecía que era la comedia más pura que habían visto en su vida, pues parecía que su risa terminaría siendo demandada como una contaminación auditiva. Pero la peor parte estaba por venir, o al menos para Ochoa.

Entonces, bailemos... -Guardado tomó su celular para colocar algo de música. El sonido que comenzaba a hacerse presente era de una canción "bachata" llamada "propuesta indecente" y ambos comenzaron a bailar.

Ochoa se cansó, se levantó rápidamente de su incomodo lugar de víctima de tal humillación, arrebató el celular de Guardado y pausó la canción. Poco a poco las risas de ambos cesaron al ver que el alfa no se estaba riendo, al contrario, daba miedo su seriedad.

Lozano aclaró su garganta -pues... mira, si no te parece nada de lo que estamos diciendo, mejor nos vamos- bajó su tono de voz para no ser agredido físicamente por el alfa enfrente suyo. -Si, mejor váyanse. Adiós - y entonces Ochoa empujó a ambos hasta la salida de su habitación cerrando la puerta bastante fuerte para dejarlos por fin fuera. le dolía el orgullo, no, le ardía el orgullo.

Por primera vez en el día, Messi estaba disfrutando genuinamente a lo que fue, el fútbol. Después del entrenamiento se dedicó completamente a su equipo. Pensó que por un instante se había deshecho de esa tonta ilusión como de adolescente con el alfa. Estaba feliz por ello.

Si chicos, nos vemos mañana, dale, dale, adios- se despidió con una sonrisa gigante al bajar del elevador en su piso, y despedirse de sus compañeros. Llegó a su habitación, abrió la misma, a pesar de que la dinámica era a misma: habitación, partido, entrenar, habitación, le pareció por fin cómoda la idea de llegar y descansar. Solo habían 2 días de diferencia para el próximo partido, y descansar era la mejor opción siempre en esos casos.

Se disponía entrar a la ducha cuando unos toques en la puerta de su habitación hicieron que saliera del baño con una toalla rodeando su cintura. Se apresuró a ver quién era. Al abrir la puerta se decepcionó, pues no había nadie físicamente ahí parado. Incluso pensó que se trataba de alguna broma por parte de alguno de sus compañeros, hasta que miró hacia el piso.

Ahí abajo, y justo frente a él en el suelo se hallaba una caja de chocolates que jamás había visto antes, quizá eran propios de Qatar, pero lo que era cierto, es que se veían bastante finos y exquisitos. Volvió a mirar a su alrededor, se agachó para tomar los chocolates y entrar.

Caminando, despegó la nota que se hallaba encima de a lujosa caja, la cuál decía: "no necesito salir contigo para darte algo".

De inmediato supo de quién era. Si que era insistente. Sonrió soltando un suspiro corto al imaginarse a ese alfa escribiendo y colocando la nota sobre la caja, pero sobre todo, al pensarlo a él mismo dejando la caja de chocolates fuera de su puerta. Nuevamente estaba entrando en esa sensación de amor joven. Le gustaba pensarlo así.

Por un instante regresó su duda, el argentino pensó seriamente en muchas cosas: en su carrera, en los medios, en lo que podía pasar si alguien se entera, quizá se vayan en contra del Mexicano, quizá en contra de él. No lo sabía, y temía por ello, pero lo que sí sabía es que estaba sintiendo algo, y que pronto no lo podría ocultar más.

El mexicano esperó pacientemente escondido hasta que Messi recogió la caja y entró con ella. No iba a darse por vencido. Quería estar con él, con su omega.

● 𝐓𝐎𝐃𝐎 𝐏𝐎𝐑 𝐓𝐈 ● [𝙼𝚎𝚌𝚑𝚘𝚊 𝙾𝚖𝚎𝚐𝚊𝚟𝚎𝚛𝚜𝚎].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora