El final de la estudiante de honor académico en Hogwarts, Hermione Jean Granger, dio un giro inesperado cuando abandona el ministerio a sus treinta y seis años y se presenta como profesora en el colegio Hogwarts de magia y hechicería.
Años después H...
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————————————— Léa Malfoy ~
Para mí la forma en la que andaba Hermione era desfilar. Literalmente conquistaba las calles de Londres. En cuanto llegamos pidió un taxi que nos llevó hacia el hotel en el que estaríamos, apenas estuve pendiente de las calles o de las vistas en todo el trayecto, lo único que vi fue a la mujer que tenía a mi lado.
Me hablaba de los lugares que había visitado, movía sus manos mientras lo hacía, se echó hacia atrás en el asiento mientras ponía una pierna encima de la otra y me contaba cosas mirándome a los ojos, sonreía con algunos detalles y después se paraba a mirarme los labios, para dejar un pequeño beso en ellos, mientras continuaba como si nada cuando a mí me había dejado flaqueando.
Hermione llevaba un abrigo color crema, probablemente llevase una falda por debajo ya que dejaba relucir sus medias negras, unos elegantes tacones que resonaban mientras desfilaba, llevaba su pelo suelto y un bonito pintalabios carmesí que le daba una forma perfecta a sus labios. Ella iba preciosa y yo sentía que a su lado era todo un desastre. Me puso unos pantalones cómodos negros con una sudadera y un abrigo que me protegiera del frío, apenas me había dado tiempo a mirarme al espejo así que improvisé con una coleta rápida, probablemente estaría horrenda ya que me la hice conforme salía tarde de la sala común.
Jamás me había sentido así con alguien, solo Hermione me hacía sentir tan bien que a la vez sentía que estaba fuera de lugar, que ella era demasiado para mí. Desde luego esto no era muy Malfoy de mi parte, pero es que solo me ocurría con esa Granger.
—¿En qué piensas?— pasó sus dedos por mi mano, me había pillado mirándola.
—Estás guapísima— dije frustrada, literalmente odiaba que se viese tan bien.
Hacía que sintiese que ella tenía el control sobre todo, si me robaba un beso en cualquier momento podía hacerme estar a sus pies, con esas simples miradas suyas y sus sonrisas podía robarse cualquier punto de atención de mi cuerpo sobre ella y no era justo, para nada, nadie debía tener ese "control" o "poder" sobre mí, Hermione los tenía todos.
Se acercó con una sonrisa hacia mi, acercó sus labios a mi oído y susurró.
—Usted mucho más, señorita Malfoy.
No puedo evitar que ese susurro puso en alerta todo mi cuerpo, aparte de que me hizo tragar saliva cuando miró mis labios y se humedeció los suyos.
—No queda mucho para llegar al hotel, solo está en el centro de Londres— me dijo tranquilamente a centrímetros de mi boca, pero a mí ya me había revolucionado.
Unos minutos más tarde el taxi había parado frente a un bonito hotel de mármol blanco. El señor nos ayudó a bajar algunas cosas y cuando atravesamos las puertas de cristal un olor a limpio inundaba el lugar.
