El final de la estudiante de honor académico en Hogwarts, Hermione Jean Granger, dio un giro inesperado cuando abandona el ministerio a sus treinta y seis años y se presenta como profesora en el colegio Hogwarts de magia y hechicería.
Años después H...
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Narrador Omnisciente
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• Parte final 1/5 •
Hermione pasó sus manos por el pantalón nuevamente, tragando saliva mientras no dejaba de mirarse al espejo.
—Por Merlín, Hermione, estás bien, deja de hacer eso– le dijo Léa tomándole de las manos y alejándola del espejo —Estás increíblemente guapa, no te hace falta esforzarte para impresionar a nadie ni tampoco tienes por qué hacerlo.
—Es que... es tu familia, normal que esté nerviosa– se mordía el labio inferior de la misma forma que hacía cuando estaba nerviosa, parecía una joven adolescente nerviosa —Y quiero causarles una buena impresión después de todo lo que ocasioné.
—Deja de echarte la culpa, tú no ocasionaste nada ya lo hemos hablado miles de veces– ambas mujeres se miraron a los ojos y Hermione terminó asintiendo —Y ya que estamos listas, vámonos, mi padre odia la impuntualidad.
Una vez más la rubia escuchó como Hermione suspiró nerviosa y no pudo evitar sonreír divertida y un poco nerviosa también.
Pocos minutos después la pareja ya estaba frente a la puerta de la mansión, Hermione observó el lugar y un montón de recuerdos lejanos y dolorosos pasaron por su mente en ese mismo momento.
—Papá ha estado haciendo un montón de reformas por dentro, a él también le traía recuerdos no muy agradables— le dijo Léa y Hermione pareció volver a estar presente.
—Si, he notado que este sitio ya no parece tan... oscuro— admitió la mayor y Léa le sonrió, se acercó a ella y le dio uno de esos tiernos y largos besos.
—Gracias— dijo Hermione cuando se separaron y la menor negó con la cabeza.
—No agradezcas nada– dijo y luego miró por las ventanas de la mansión, las luces de dentro estaban encendías y la música navideña del interior se escuchaba ligeramente —¿Lista?— le preguntó a la mujer de pelo castaño y ella asintió, Léa sacó las llaves para abrir la puerta y por instinto Hermione le soltó la mano cuando entraron a la mansión.
Una vez dentro la rubia quiso reprocharle y tomarle la mano de nuevo cuando Anne y Camilla aparecieron en la puerta con bandejas de comida en la mano.
—¡Léa y Hermione ya han llegado!— gritó Anne hacia el salón principal y Léa notó como Hermione se tensaba rápidamente.
Ambas chicas sonrieron ampliamente a las recién llegadas. —Os daríamos un buen abrazo pero tenemos las manos ocupadas y la cocina está llena de más bandejas, – dijo Camilla mientras Léa y Hermione se quitaban sus abrigos, una de las sirvientas se acercó rápidamente para guardarlos en el ropero pero Hermione, amablemente, le dijo que no se preocupase y los dejaron en el perchero de la entrada — así que moved esos culos y ayudar con las bandejas.