El final de la estudiante de honor académico en Hogwarts, Hermione Jean Granger, dio un giro inesperado cuando abandona el ministerio a sus treinta y seis años y se presenta como profesora en el colegio Hogwarts de magia y hechicería.
Años después H...
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Léa Malfoy
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Mi móvil no había parado de sonar en toda la mañana. Lo había puesto en silencio y aún así podía notar su vibración sobre la mesita de noche.
Era un número desconocido pero me descolocaba el hecho de que estuviese insistiendo tanto, llevaba ya doce llamadas perdidas.
El móvil volvió a vibrar pero esta vez era un SMS:
Soy Daniel, el chico de anoche, coge el teléfono por favor, es importante.
Me puse de pie desconcertada y mi corazón comenzó a latir rápidamente, una llamada entrante volvió a sacudir el teléfono.
Cindy se quejó adormilada bajo las sábanas, yo tomé el teléfono y salí de la habitación hacia el gran y silencioso pasillo.
Descolgué y me llevé el teléfono a la oreja, enseguida pude escuchar la voz del chico.
—Graciad a Dios– suspiró aliviado —Léa, ¿Cierto?– fui a contestar pero él volvió a hablar —Escucha, se que todo esto te parecerá muy raro pero necesito hablar contigo, se trata de Hermione.
—Disculpa, Daniel– tenía la cabeza hecha un lío —¿Cómo es que has conseguido mi número y a qué viene todo esto?
Estaba de brazos cruzados y mi pie retumbaba contra el suelo, nervioso.
—Es una larga historia– hubo un silencio algo tenso —Me imagino que no quieres saber nada de Hermione pero créeme, no te llamaría sino fuese importante.
Suspiré y me pasé una mano por el pelo.
—¿Y por qué has llamado?
—Estoy en el hospital, Hermione ayer se pasó con las copas y...– me llevé una mano a la boca y ahogué un sonido que provenía de mi garganta —Ella, ella está estable, por suerte– notaba el nerviosismo en el tono del chico y eso me ponía peor aún —Solo te pido que vengas, aquí podremos hablar mejor.
Entré rápidamente a la habitación, con el móvil en la oreja y tomando lo primero que encontraba en el armario.
—Estamos en el hospital general.
—En menos de cinco minutos estoy ahí— le contesté y después me guardé el móvil en el pantalón.
Escuché quejidos detrás mía, Cindy levantó la cabeza de las almohadas.
—¿Qué pasa, a dónde vas?— comentó con la voz adormilada.
—Tengo que irme– dije pasándome la camiseta por la cabeza —Llegaré tarde pero estaré bien, después hablamos.