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Keyla

Los peores días de la semana son los martes, odio los martes son tan aburridos y sin ciencia alguna que me dan ganas de dormir todo el día con todas las clases culias que tengo.

—¡Señorita Maldonado! ¿Está prestando atención? —la profe de física me golpeó la mesa haciendo que saliera de mi bello pensamiento de llegar a dormir con mi perro.

Obvio que no ¿Acaso no tiene ojos?

—Sí profe, disculpe. —me sobé los ojos. —Siga con la clase nomas.

—¡Que falta de respeto! —exclamó reclamando. Lo mejor que sabe hacer. —Vaya a lavarse esa cara y vuelva inmediatamente.

Recién iniciadas las clases de vuelta de vacaciones de invierno y la vieja culiá ya está hueandome.

Me levanté de mala gana mirando a mi único amigo dentro del curso, el Feña, quién me miraba con la misma actitud con la que yo estaba antes de que la profe me retara.

Ah claro, a él no le decía ná.

Arrastré mis pies por toda la sala, mientras caminaba con toda la flojera del mundo pensando en cómo sería mi vida si viviera en la Toscana Italiana, pero ese pensamiento se acabó cuando puse un pie afuera de la sala y todo el odio al invierno volvió a surgir, hacia más frío que la mierda y todos los huesos me dolían, lo que claramente me ponía de muy mal humor.

Que divertido!!!

Caminé tranquilamente por cada uno de los pasillos hasta llegar al baño que estaba a la chucha del mundo, mientras le hablaba a mi única amiga del colegio, la Danae, pero no tuve respuesta de su parte así que seguí mi camino nomás.

Supongo que estaba durmiendo.

Llegué al baño con toda la paja del mundo y con muchísima fuerza de voluntad me mojé la cara.

—Por la mierda que está helá esta hueá. —reclamé para mí misma.

Claramente no era mi día... ni mi semana.. ni mi año mejor dicho.

Me sequé la cara para tratar de entrar en calor de nuevo y salí del baño con la mejor actitud posible para volver a recorrer todo el colegio para llegar a la sala de la profe de física.

Porque sí, en este colegio culiao los profes tenían salas y no los cursos, así que nos tenían todo el día moviéndonos de un lado a otro.

Con la mirada baja caminé por el patio donde juegan básquet para hacer más corto el camino de regreso.

Y ahí lo vi.

Alto, pelo castaño claro, con cara de pesao' y con la pinta de que jamás en la vida me iba a pescar y si lo llegaba a hacer me iba a mandar a terapia.

Me quedé parada en medio de la cancha donde jugaban mirando como cruzaba en medio del patio, mientras hablaba con otro loco que estaba al otro lado del patio.

Conchetumadre.

Es la única frase que podía repetir mi cerebro por lo que estaba viendo y en verdad no era la única, unas niñas de primero estaban igual que yo mirando a semejante hueón caminar por el colegio que tiene a puros hueones feos y picao' a jordan 23.

Atiné cuando ya había terminado de caminar y se sentó en las bancas de al frente del patio central y mi sala justo estaba por ahí; Así qué me armé de valor, bajé la mirada y caminé en dirección hacia mi clase.

—¿Te gustó el colegio? — escuché como estaba hablando con el loco que lo estaba esperando.

—Sí, ta' piola. —respondió él.

¿Escapémonos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora