Fernando
—¡Ya po hueón, apúrate! —gritó el Luciano afuera de mi casa.
Habían llegado a buscarme hace como cinco minutos y aún no estaba listo, así que, aún no salía.
—¿Vai a salir? —me preguntó mi tía entrando a la pieza.
Me di vuelta para mirarla y estaba totalmente drogada.
—Sí. —dije dándome una última mirada en el espejo, tomando mis cosas y sacando el candado para cerrar mi pieza con llave. —Permiso, voy a cerrar.
—No salís si no me dai plata. —me dijo plantándose en la entrada de mi pieza. —El Javier no tiene comida, necesito comprarle.
Rodé los ojos. —¿Es pa' el Javi o es pa' seguir comprando tus hueas?
Me quedó mirando con la mirada perdida.
—Dame plata o te vas de la casa.
Me reí.
—Es mi casa, de mis papás. —le dije de mala gana provocando que su mirada perdida se transformara en odio. —Le dejaré la plata a él, porque si te la paso a ti el niño no come hasta que yo llegue.
—No juguís conmigo pendejo. —me advirtió.
—Permiso. —la ignore completamente, mientras la empujaba levemente afuera de mi pieza para cerrarla. —Chao.
Bajé ignorando su amenazas para despedirme de mi primo chico, que estaba jugando feliz con los juguetes que le había regalado.
—Me voy guatón. —le dije con una sonrisa tierna. —Te pasaré plata para que vayas con la señora Clementina a comprar comida.
Sonrió. —Gracias, hermanito.
Sentí como mi pecho se apretó.
—Te quiero. —le dije dándole un fuerte abrazo. —No dejes que tu mamá vea esa plata, yo le dejaré algo en la mesa para ella, esa plata es pa' ti.
Asintió.
—Te quiero. —le dije.
—Pásala bien y conquista muchas chicas.
Me reí.
Saqué plata de mi billetera y dejé un poco encima de la mesa para que la hueona de mi tía no intentara quitarle la plata al Javi con violencia.
Cada vez que salía de noche era algo temeroso, el solo pensar en el hecho de que quizás llegue al otro día y el Javier no esté, me da un pánico enorme. Quizás es solo tiempo para que toda esta situación familiar se regule nuevamente, aunque con el tiempo que les dieron a mis viejos, lo veo muy difícil.
Ellos podían ser de todo, pero nunca se metieron con los niños.
—¡Por fin salió la princesa! —exclamó el Luciano poniéndose los lentes de sol que tenía en la cabeza. —¿Estai listo pa' una noche inolvidable?
Me subí al auto y saludé a los chiquillos dentro de él.
—Yo nací listo. —le dije esbozando una sonrisa.
El Luciano empezó a celebrar, mientras le subió a la música que estaba sonando, a su lado iba el Franco manejando tranquilamente y muchísimo más relajado de lo normal.
—¿Estai bien? —le pregunté al ver que no me había reclamado nada.
—Estoy bien. —me sonrió. —Solo...solo estoy feliz.
El Luciano se bajó los lentes sin poder creerlo y yo me quedé impactado con lo que había escuchado.
¿Éste hueón admite por primera vez que esta feliz?

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¿Escapémonos?
Teen FictionUn capricho para él y una ilusión para ella, hasta que el capricho se convirtió en su más grande debilidad, mientras que para ella su ilusión se transformaba en realidad sin llegar a imaginar las consecuencias que tendría. ¿Que chucha podría salir...