Keyla
—¿Qué hace éste hueón acá? —le pregunté a mi mamá tratando de controlar mi respiración para no tener un ataque de ansiedad en este momento. —¡Respóndeme!
Mi mamá me miró enojada y con desaprobación, mientras abrazaba al Daniel que me miraba confundido.
Patético.
—¿Qué onda Keyla? —me preguntó molesta, dejando el paño de cocina a un lado y poniendo su mano en la cintura. —Yo no te enseñé a ser así de ordinaria y mucho menos a que me trates así delante de las visitas.
Solté una carcajada irónica para disimular el pánico que estaba sintiendo ahora.
—¿Visita? —sentí un nudo en la garganta y como mis lagrimas se iban acumulando en mis ojos. —Él no es bienvenido en ésta casa y tú lo sabes más que nadie. —la apunté con culpa. —Te dije como me sentía respecto a él y te importó una raja mamá.
—Es que tú solo exageras las cosas. —me dijo mirando con adoración al Daniel. —El Daniel es lo mejor que te puede pasar Keyla, si esta acá es porque quiere volver a conquistarte y remediar sus errores, hija. —suspiró. —Merece todas las oportunidades del mundo.
El Daniel dio un pasó hacia a mí y yo retrocedí temblando del miedo.
—¿Exagerar? —le pregunté a mi mamá. No podía creer que me estaba diciendo eso. —Él abusó de una niña y está libre solamente porque tiene plata, me maltrató psicológicamente y físicamente. —sentí como las lagrimas empezaron a salir generando un llanto desenfrenado. —La psicóloga te lo explicó ¿Y tú solamente le crees a él y me dices a mí exagerada?
—¡Eso es falso! —exclamó el Daniel en su defensa. —Nada de eso pasó, puede que haya hecho esas cosas porque tú estabas equivocada o me hacías enojar Keyla.
Lo quedé mirando incrédula analizando todo lo que estaba pasando en mi propia casa. Mi propia mamá había traído a la persona que más me ha hecho daño, diciéndome que soy una exagerada y por poco menos que todo lo que él hacía conmigo es mi culpa.
—Recapacita, hija. —me habló en un tono mucho más calmado. —Entiende que hacemos esto porque te amamos y su relación es la más linda que podría llegar a existir si le das otra oportunidad. —trató de acercarse a mí, pero no se lo permití. —Él te puede dar la vida que te mereces.
Las lágrimas sólo corrían y corrían por mi rostro, la respiración la tenía vuelta mierda y sentí como poco a poco mi cuerpo se iba sintiendo mucho más débil debido a la carga emocional que estaba viviendo y el esfuerzo que estaba haciendo por respirar de manera correcta.
—Ésta hueá no te la voy a perdonar nunca, te juro que nunca. —le dije a mi mamá acercándome a la puerta de salida.
No se inmutó, solamente me quedo mirando con rabia y enojo.
—No te atrev..
No la pude seguir escuchando porque salí corriendo de la casa. Como llegué, me fui y rogué al de arriba a que el Franco estuviera cerca aún o que estuviera en el paradero de la micro al que estaba corriendo como si me estuvieran persiguiendo para matarme.
Bueno, relativamente me estaban persiguiendo.
Corrí hasta que el poco oxígeno que tenía en mi cuerpo se acabó y paré al frente del paradero, donde gracias al de arriba estaba el Franco sentado, esperando la micro.
—¿Keyla? —escuché que preguntó mi nombre.
Estaba parada en medio de la calle, aún llorando, con toda la cara hinchada y sin poder respirar bien.

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¿Escapémonos?
Teen FictionUn capricho para él y una ilusión para ella, hasta que el capricho se convirtió en su más grande debilidad, mientras que para ella su ilusión se transformaba en realidad sin llegar a imaginar las consecuencias que tendría. ¿Que chucha podría salir...