Keyla
Por fin salí de la huea de colegio.
Con las chiquillas quedamos de juntarnos hoy para celebrar en la casa de la Gio y en verdad creo que me hará bien. Ya acepté que el Franco solo jugó conmigo aunque me deja confundida con sus acciones por lo qué pasó con el Daniel, pero por lo menos no me ha vuelto a molestar y es algo que me deja mucho más tranquila.
Lo sigo extrañando, es algo obvio, ha pasado poco tiempo y el dejar de estar enamorada de él no se pasará de un día para el otro. Todos los días me obligo a aceptar el hecho de estar mal y extrañarlo porque es parte mí y es algo que debo amar después de todo.
—Hola mi amor. —le dije al Papafrita cuando llegué a la reja de mi casa. —¿Me extrañaste?
Mi perro movía la cola de un lado a otro, mientras yo trataba de encontrar las llaves que estaban por algún lado de mi mochila.
—¿Keyla? —preguntaron a mi espalda.
Conchetumare.
Me sobresalté del susto y me giré rápidamente para ver quién me llamaba.
—¿Sí? —pregunté y al ver a la persona que estaba al frente de mí, me sorprendí. Esperaba de todo menos volver a verla. —Señora Paola...
Me sonrió y se acercó a darme un abrazo que me tomó desprevenida.
—Perdóname. —dijo sacándose los lentes de sol de la cabeza. —Creí que lo necesitabas.
Un nudo se formó en mi garganta y sentí que en cualquier momento me podía derrumbar al frente de ella.
—¿Qué pasó? —le pregunté confundida. —¿Le pasó algo al Franco?
—Oh no, tranquila. —me dijo con una sonrisa apenada. —En verdad quería hablar contigo.
—¿Conmigo? —asintió. —Está bien, déjeme encontrar las llaves para que hablemos adentro.
—Dale nomás.
Busqué las llaves lo más rápido que pude y una vez las encontré, la hice pasar para que pudiéramos conversar mucho más a gusto y en privado.
—¿Quiere algo? —le pregunté dejando mi mochila encima de la mesa para acercarme a darle algo de comer a mi perro. —Siéntese nomás.
—No, muchas gracias. —me dijo sentándose en el living con una sonrisa tierna en los labios.
Saqué un vaso de agua para mí y me acerqué más nerviosa que la chucha al living donde me estaba esperando, mientras jugaba con sus dedos nerviosa.
—¿De qué quiere hablarme? —le pregunté tratando de sonar tranquila.
—Del Franco...Bueno de lo qué pasó entre ustedes. —me miró. —Sé lo qué pasó y en verdad lo siento mucho, pero hay algo que debes saber.
No le eche más sal a la herida po', tía.
—Creo que ese tema ya está cerrado, señora Paola.
—Es que el Franco no te fue sincero. —me dijo e inmediatamente mi mirada viajó a sus intensos ojos azules. Eran iguales a los de su hijo. —Te mintió, Keyla.
Qué.
—¿Cómo? —le pregunté más confundida que la mierda. —¿Cómo que me mintió?
Me tomó las manos con sus ojos cargados de ilusión generando la misma ilusión en mí.
¿Era mentira lo que me había dicho? ¿Me quería?
—Sí, mi niña. —me sonrió. —El Franco...

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¿Escapémonos?
Novela JuvenilUn capricho para él y una ilusión para ella, hasta que el capricho se convirtió en su más grande debilidad, mientras que para ella su ilusión se transformaba en realidad sin llegar a imaginar las consecuencias que tendría. ¿Que chucha podría salir...