Keyla
—¿Estas bien? —me preguntó preocupada la Danae. —Keyla, te estoy hablando.
La escuché, pero mi cerebro no podía procesar la pregunta, solamente está sumido en un bucle sin fin de cómo fue la última noche con el Franco.
—¿Sabes algo de él?
Nadie sabía nada de él en dos semanas y eso es algo que me preocupa mucho.
O tienes la idea de que te dijo eso para desaparecer simplemente porque pasó algo mucho más grave en el fondo de todo.
—No. —me dijo en un tono mucho más cansado. —Estoy...Me duele verte así.
La miré.
—Quiero saber cómo está. —le dije jugando con mis dedos para que no me dieran tantas ganas de llorar. —Es raro que desaparezca, me da miedo que le haya pasado algo.
—¿Por que te preocupai por ese hueón? —me preguntó molesta. —No merece un mínimo de tu atención, él se fue diciéndote millones de cosas estupidas, no merece nada de ti Keyla.
Sonreí con amargura.
—Porque estoy profundamente enamorada de él, Danae. —le dije mirándola. —Estoy harta de evadir esto que siento, duele, duele más que la chucha, pero de esto estoy hecha. —suspiré. —Adoro al Franco con todo mi ser, Danae y aunque me hizo mierda siempre estaré pa' él porque así lo quiere mi corazón.
—Eres tan buena por la chucha. —me dijo con ojos cristalizados.
Se acercó a mí y me dió un abrazo fuerte.
No sabíamos cuál de las dos estaba en su peor momento.
—¿Estai bien tú? —le pregunté una vez finalizado el abrazo. —Te veo más callada de lo normal.
—No sé, me siento rara. —me dijo apoyando su cabeza en la mesa con extrema flojera. —Sé que no me gusta el Fernando, pero aún así me duele lo qué pasó.
—¿Como?
—No sé, por eso te digo que es raro. —cerró los ojos. —Me sentí como muy reemplazable para alguien, aunque no éramos nada en todo caso, pero él simplemente desapareció y luego apareció con la Valentina.
Suspiré y me acerqué a ella para hacerle cariño en la cabeza.
—Amiguita, erís lo mejor que le puede pasar a alguien. —le sonreí tiernamente. —No sobre pienses cosas que no son porque al final la única que se hace daño a si misma eres tú, vive tus emociones y lo que sientes. —le aconsejé. —De las caídas se renace y créeme que si no se dió con el Feña, es porque viene algo mucho mejor para ti.
Sonrió, mientras se le caían unas pequeñas lágrimas por las mejillas.
—Te amo tanto hueona. —me dijo volviendo a estrecharme contra su pecho en un cálido abrazo. —Gracias.
—Yo también amiguita. —sonreí. —Las amigas estamos en las buenas, malas y peores pase lo que pase.
Acuérdate siempre de que erís lo más importante para mí, pase lo que pase.
Pase lo que pase, ahí entendí todo.
—¿Vamos al baño? —le pregunté con la voz entrecortada a la Danae.
Se separó rápido para mirarme con preocupación.
—¿De nuevo ese sentimiento?
Asentí.

ESTÁS LEYENDO
¿Escapémonos?
Teen FictionUn capricho para él y una ilusión para ella, hasta que el capricho se convirtió en su más grande debilidad, mientras que para ella su ilusión se transformaba en realidad sin llegar a imaginar las consecuencias que tendría. ¿Que chucha podría salir...