Gio
—Cuéntame como te pidió pololeo. —le pedí a la Danae emocionada.
Estábamos las tres en mi casa porque con la Danae habíamos quedado en hacer algo para subirle el ánimo a la Keyla. A pesar de que ha estado mucho mejor estos días, igual la notamos media decaída y es algo que queremos cambiar.
Ya no soporto verla así.
—Estábamos en su casa todo muy piola, muy íntimo en verdad. —dijo acomodándose en mi cama para explicarnos con más emoción. —La cosa es que...
—¡Qué po'!
—¡Ay Danae deja de hacer esa hueá! —la retó la Keyla. —Sigue contando po'.
—Uy las hueonas pesás. —nos miró mal. —La cosa es que...¡Me regalo un gato!
Con la Keyla nos quedamos mirando extrañadas.
—¿Un gato?
—¡Sí! —gritó emocionada. —No es cualquier gato, es un gato persa y de esos no tengo.
Me reí. —¿Y cuando te dijo querís pololear conmigo?
—No me dijo eso hueona, que cringe.
—No me podís huear de estar manera. —le dijo la Keyla. —¿Que te dijo?
—¡Ay ya, pero no se rían!—rodó los ojos, cruzándose de brazos. —En el collar de mi gato, en su placa mejor dicho, estaba escrito: ¿Quieres ser la segunda mamá de mis animales?
Me empecé a reír por la ternura que me causó el detalle de la Fiorella al igual que la Keyla, mientras que la Danae nos asesinaba con la mirada.
—¿De que se ríen feas culiás? —nos preguntó enojada.
—No te enojís. —le dije. —Solamente nos dio mucha ternura.
—Son tal para cual amiguita, no sabís cuanto me alegro de que hayai encontrado a alguien que te quiera tanto como nosotras.
Nos acercamos a ella y la abrazamos con fuerza.
—Mi niña rockera se enamoró. —le dije acariciándole el pelo. —Están tan grandes.
—Que erís mamona. —me dijo la Danae antes de reírse. —Estoy feliz chicas, de verdad me siento plena.
—Me alegro mucho amiguita. —le dije. —Yo igual estoy feliz ahora, como que después de lo qué pasó con la Kali me di cuenta de muchas cosas y ahora trato de disfrutar al máximo con la gente que amo porque no se si las podré perder de un día para el otro.
—Hay que vivir el presente. —me dijo la Danae. —¿Cierto Keyla?
—Cierto amiguitas. —nos dijo esbozando una sonrisa forzada. —Me alegro caleta que por fin
estén con personas que las valoren y las quieran como se merecen.Me levanté y la miré para tratar de descifrar lo que estaba sintiendo.
—¿Como estai? —le pregunté tomándole las manitos. —Te he visto mejor, pero igual no está demás preguntar.
—Estoy bien. —me dijo antes de mirar a sus manos. —Solamente hay días que igual lo extraño y este es un día de esos, aveces me pregunto si algún día podré superarlo porque me duele tenerlo aferrado al corazón.
—Lo harás amiga. —le dijo la Danae acariciandole la mejilla. —Tiempo al tiempo, vive tus procesos y no apresures nada de lo que estés sintiendo.
—Es raro no saber nada de él, en verdad es raro pensar que hace semanas atrás esa persona era tu mundo, tu todo y de un día para el otro, todo se rompió. —nos dijo tratando de que la voz no le fallara. —Siento que no avanzo, que estoy estancada esperando algo que jamás pasará y no saben lo frustrante que es eso para mí.
—¿Aún lo querís?
Soltó unas pequeñas lágrimas junto con una risa cargada de amargura.
—Yo a ese hombre lo amo con todo mi corazón Gio. —suspiró y se limpió las lágrimas rápidamente. —Sé que está mal que una persona se convierta en tu todo, pero pasó y ya no sé que hacer con todo el amor que siento por él porque yo no quería que esto pasara ni esperaba que pasara en verdad, yo me veía con él hasta viejos, teníamos una vida planeada y de esa huea ya no queda nada. —me miró con los ojos llenos de lágrimas y por primera vez en este último tiempo pude sentir todo el dolor que tenía guardado en su pecho. —No te diré que no puedo vivir sin él porque yo sé que puedo, pero es difícil aceptar que la persona que amo ya no quiere estar conmigo.
La Danae se acercó a ella y le tomó la cabeza para dejarla en su hombro, así la Keyla podía estar más cómoda mientras nos hablaba.
Sollozó. —Es difícil decirle a tu corazón que deje de querer a alguien cuando lo único que querías era que se quedara contigo, tu mente quiere una cosa y tu corazón otra, entonces es una lucha constante contigo misma contra la lógica y lo emocional.
—¿De verdad creís que él nunca te quiso?
—Yo sé que él me quiso, algo, pero lo hacía. —sonrió amargamente. —Siempre me lo recalcaba y me lo demostraba, aunque eso puede que haya sido parte de su farsa. —hice una mueca. —Hay cosas que no nos decíamos, pero que los dos sabíamos con tan sólo mirarnos, siempre he creído que los ojos son el reflejo del alma y cuando él me miraba, me miraba como si fuera la primera y ultima mujer de su vida, como una Diosa. —sonrió. —Me miraba con un amor que no te podría explicar porque ni yo sabia la magnitud de lo que sentíamos, solo suponía que era algo muy profundo, muy íntimo y muy intenso porque era lo que yo sentía al verlo.
Siempre admiraba la manera en la que el Franco la miraba. La miraba de una manera única, muchas veces me costaba descifrarlo porque es un hueón muy reservado, pero cuando se trataba de la Keyla era como si fuera otra persona, se volvía mal dócil, más trasparente, más feliz, más...él.
Dejaba caer la coraza de hierro que tenía y demostraba su verdadera esencia, para el Franco no era necesario decirle te amo a la Keyla porque él se lo gritaba cada vez que la miraba con esos ojos llenos de amor, porque para él ella era única y siempre lo demostraba, porque para él no había nadie que le llegara a los talones a ella. A sus ojos la Keyla era una reina que merecía que le bajaran la luna si así ella lo pidiese y él se encargaría de hacerlo con tal de verla feliz.
La protegió de cualquier daño que le pudieran hacer, pero del único daño del que no la protegió fue del que le iba hacer él mismo.
—No sabís la pena que me da escucharte hablar así amiga. —le dijo la Danae en un hilo de voz. —Siempre te dije que era un ahueonao, pero tampoco nunca me imaginé cuanto lo querías o algo por el estilo, en verdad discúlpame por solo quejarme de él y no ver más allá de lo que tú podías sentir.
Se limpió las lágrimas y nos miró con una sonrisa apenada.
—No se preocupen, no les había podido contar lo que sentía porque no me sentía capaz de admitir esto. —dijo con un nudo en la garganta. —No estaba lista para hablar de él sin llorar tanto y ahora decidí afrontarlo, el sentimiento no se ha ido, pero por lo menos es menos doloroso.
—Créeme que la vida te compensará por esa manera tal linda de amar que tienes. —le dije abrazándola. —Y nunca dudes de hablar esto cada vez que quieras, siempre te escucharemos.
—Así es, siempre Keyla. —afirmó lo que había dicho la Danae. —Te amo tanto mi valiente.
—Yo también mi chiquita.
La abrazamos, dándole a entender que ella nunca estaría sola en este proceso.
—Yo también las amo. —nos dijo entre lágrimas. —Pero, ya no quiero llorar por lo que queda del día y si me siguen abrazando seguiré llorando.
Nos reímos y nos alejamos de ella.
—¿Que harían si yo me transformara en el loco René por un día?
Con esa pregunta empezamos a reírnos como enfermas, así como lo hacíamos antes de que conociéramos a los hueones que cambiaran por completo nuestras vidas.

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¿Escapémonos?
Novela JuvenilUn capricho para él y una ilusión para ella, hasta que el capricho se convirtió en su más grande debilidad, mientras que para ella su ilusión se transformaba en realidad sin llegar a imaginar las consecuencias que tendría. ¿Que chucha podría salir...