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Dos semanas después.

Luciano

—Queda octubre y nos vamos. —dijo la Danae más seria de lo normal.

Ha estado así desde que se enteró de lo que había hecho el Franco.

Sí. —le dije reposando mi cabeza en mi manos. —¿Cómo está?

Me quedó mirando con los ojos bien abiertos para luego suspirar con tristeza.

—No sé, ella dice que está bien. —miró hacia la puerta de entrada de la sala. —Pero, cada vez la veo más decaída, es como si le hubieran sacado el alma del cuerpo.

—¿Segura?

Asintió.

—Todo por culpa de tu amiguito. —me dijo frunciendo el ceño. —Ni siquiera es capaz de venir a dar la cara al colegio.

—No...

Me callé en seco cuando vi al Franco entrando a la sala con una apariencia bastante desagradable.

—¿Qué? —pregunté confundido.

La Danae se dió vuelta para ver lo que estaba viendo, provocando que su molestia aumentara mucho más. Estaba con lentes oscuros, el uniforme desarreglado y apestando a marihuana.

—Hasta que apareciste. —le dijo la Danae cuando se sentó al lado mío. —Pensé que te ibai a seguir escondiendo como la rata asquerosa que eres.

—Hermano. —le susurré mirándolo de arriba a abajo. —¿Desde cuando fumai?

—No me hueís Danae. —le habló con el semblante serio y frío de antes. —No estoy pa' tus hueas de reclamo.

—¿Y pa' qué huea estai? —le preguntó molesta la Daane. —Ah verdá que estai pa' ilusionar, jugar con las personas que te aman y pa'...

El Franco la interrumpió mirándola fijamente.

—¿Que me aman?

—Sí ahueonao. —dijo la Danae parándose, mientras lo miraba mal. —Por si nunca te diste cuenta, la Keyla se enamoró de ti como hueona y lamentablemente te ama. —le dijo dejando a mi amigo petrificado en la silla. —Pero, tú lo único que hiciste fue volverla mierda igual que tú.

—Déjate de hablar hueas que no sabís Danae, no te metai hueón. —le dijo tensando la mandíbula. —No tenís idea de ninguna huea en tu vida y vai a saber hueas de la vida ajena.

—Es mejor que...

La Danae me interrumpió.

—Pueda que no sepa muchas cosas, pero sé lo más importante Franco. —le dijo apuntándolo en el pecho, manteniendo el ceño fruncido. —Yo sí sé querer y tengo corazón, en cambio tú, la única huea que tenís es veneno y amargura porque es la única huea que podís aportar en la vida de quienes te rodean.

Pescó sus cosas y salió de la sala sin decir ni una huea.

—Bue...

—Ahora no, Luciano. —me dijo el Franco en el mismo tono de la Danae. —Recién llegué, no me hueís tampoco.

Pero, ¿Qué huea le está pasando?

Lo ignoré para no calentarme la cabeza de más y tomé mi celular para hablarle a la Gio.

Me la estoy jugando por ella después del cagazo que me había mandando, esta costando, pero dicen que las cosas difíciles valen muchísimo la pena.

Gio💗

apareció tu amigo?

kie
justo te iba a decir eso jdodjd
te dijo la nanita

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