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Franco

Lo hice, dejé a mi papá y me vine a vivir con mi mamá.

Le di una segunda oportunidad.

¿Estai contento? —me preguntó entrando a mi pieza con una caja en sus manos.

Asentí.

—Últimamente te he visto más feliz de lo normal. —me dijo dejando la caja encima de mi escritorio. —¿Es por esa niña que me presentaste el otro día?

Me tensé.

—Sí...Bueno, no sé. —le dije y sentí su mirada cargada de ilusión en mí. —Estoy feliz con ella.

Sonrió.

—¿Ya están pololeando?

Negué.

—Estoy esperando que su mamá me quiera o al menos no me eche cada vez que vaya, en simples palabras, que me acepte la vieja.. —hice una mueca de desagrado, mientras mi mamá me quedaba mirando con desaprobación. Suspiré. —La vieja simplemente aún no me acepta.

—Deberían formalizarlo igual. —me aconsejó sentándose en mi cama empezando a dar palmaditas a su lado indicando que me sentara. —La que estará contigo es ella, no su mamá, ella lo aceptará tarde o temprano. —me dijo con una sonrisa. —No esperen para quererse que el tiempo pasa, no tienen que detener sus vidas por sus papás..

La miré atento, mientras ella alzaba mis manos para tomarlas.

—Quiéranse mucho, disfruten mucho del otro si es lo que quieren. —volvió a decirme y yo sentí un nudo en la garganta. —La vida pasa Franco y si ella te hace feliz, ¿Por qué posponer algo que les alimenta el alma?

—Es que su vieja es...Es una vieja culia, mamá. —le dije desahogándome. —No sabes cuánto me he controlado para decirle sus verdades para que la Key... —me retracté de inmediato generando una confusión por parte de mi mamá. —Para que ella no tenga problemas con su mamá, porque ella es la que huebea, no su papá.

Soltó una risa para luego acariciar mi rostro con ternura.

—Ten paciencia con tu suegra, pero no pospongas lo que quieres hacer hoy para mañana. —me dijo parándose para tomar la caja que había dejado en el escritorio. —Vive el presente, no te quedes en el pasado ni pienses tanto en el futuro, quédate en el hoy y ahora.

Aunque no lo quisiera aceptar, mi mamá daba buenos consejos y uno de ellos era este.

¿Por qué esperar a que la mamá de la Keyla me quiera para formalizar? ¿Por qué tengo que esperar para gritarle a todo el mundo que estamos juntos?

Nada me aseguraba que la mamá de la Keyla me aceptaría algún día y yo esperando como ahueonao para estar con la mejor mina que he conocido.

Estar con la mina de la que te enamoraste...

Quién lo iba a creer, yo enamorado hasta las patas y teniendo una sola debilidad:

La Keyla.

Gracias mamá. —le dije con una sonrisa de boca cerrada. —¿Qué es esa huea?

—Franco. —me reprochó por el vocabulario.

—Ya oh, perdón.

—Es un regalo. —me dijo con una sonrisa llena de ilusión. —Espero que te guste hijo.

Me pasó la caja manteniendo la sonrisa alegre en su rostro, la recibí sin muchas expectativas para ser sincero, pero al abrirla me llevé una gran sorpresa.

¿Escapémonos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora