14. LOS PLANES HAN CAMBIADO

16K 1.1K 59
                                    

Después de que Evans se fuera y me quedara sola en casa, lo único que podía hacer era tumbarme en el sofá viendo cualquier canal de la televisión que me entretenga. Sin embargo, todo lo que ponía era pura basura.

Tiré el mando al suelo y miré al techo. Estaba aburrida, intentando distraer mi cabeza con cualquier cosa. Las voces de un programa de noticias se mezclaban con mis pensamientos siendo todo incoherente.

¿Y ahora qué hacía? Esa era la gran pregunta. Mi cuerpo se sentía cansado ante la falta de sueño. Sin embargo no me apetecía dormir, aprovechando que estoy sola y tranquila en esta casa, sin tener que aguantar los prontos de Evans.

Con la intención de distraerme un poco me senté en el sofá y cogí las muletas para incorporarme. Mis músculos del brazo se agarrotaron ante mi propio peso más el de la escayola.

Aprovecharía ahora en encontrar un teléfono, suponiendo que en todas las casas siempre hay uno fijo. Sin embargo no encontraba ninguno en toda la planta.

¿Y si en el despacho...? Podría haber uno. Cuando inspeccioné la casa fue una de las puertas que no podía entrar, y ahora como sabía donde estaba no sería difícil en localizarla.

Me balancé hacia el pasillo y me quedé frente a la puerta. Al girar el pomo esta no se abre. Evans la había cerrado con llave.

Miré el cerrojo y sonreí ante la alegría de que sería pan comido trucarla. Saqué del bolsillo del pantalón unas horquillas del pelo y me puse de rodillas para trabajar. En cuestión de minutos la cerradura se rindió y me dejo pasar al interior.

Había un montón de papeles esparcidos por la mesa y libros en el suelo, algunos abiertos y otros haciendo de soporte a otros. Todo estaba bastante desordenado, pero se podría encontrar las cosas con facilidad.

Y en la mesa lo ví, el teléfono fijo. Fui hacia él y me senté en el sillón. Cogí el aparato y me alegré de que diera señal. Marqué los números rápidamente y esperé a que el otro lado me contestara.

Y así lo hizo después de tres pitidos.

-¿Diga? -contesta la voz masculina malhumorada y cansada.

-Hola papá -saludo con un tono normal pero algo feliz.

-¡Serafina! -los altos gritos de mi padre me hace alejarme del teléfono, perdiendome algunas palabras hasta que me vuelvo a poner en el oído.

-Ya echaba de menos tus gritos -le suelto.

-¿Cómo has conseguido contactar?

-Tengo mis trucos, pero digamos que me he colado en el despacho aprovechando que se había ido.

-¿No está contigo? ¿Y no tienes guardias?

-No, pero por si acaso hablemos rápido, no tengo mucho tiempo.

-¿Cómo ha pasado para que el Alfa te quiera como trueque? -dice mi padre directo al grano.

Le digo todo lo que me había pasado, de como de ser una prisionera me volvía en una protegida en menos de dos días. Le comenté sobre el tema de los mates.

-Es la primera vez que escucho sobre ello -dice mi padre bien serio- aquí no sabíamos sobre eso de los hombres lobos.

-Pues créeme si te digo que no es para desearlo. Es como un acosador psicópata con doble personalidad.

-¿Te ha hecho algo? -el tono de preocupación era inminente.

-No me ha pasado nada, estoy perfectamente...salvo que tengo un esguince en la pierna.

Cazadora vs AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora