21. LA PRUEBA DEL DELITO, SEÑORES

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Llegamos al edificio del centro del pueblo en cuestión de minutos. Sin pausa nos apresuramos a adentrarnos por su interior. Era raro que se celebrara aquí pero no importaba, más bien me daba igual siempre que no fuera en mi casa o en el colegio.

Abrimos las puertas sin avisar y agradecí de que no hubiéramos interrumpido nada. Cada uno iba ocupando los asientos del auditorio semicircular.

-Por aquí -nos indicó mi padre. Evans y yo le seguimos al fondo, pero pronto dejaremos de ser inadvertidos.

-¡Señores! -la voz de aquel viejo jefe resonó por toda la estancia, sin la necesidad de un micrófono- Comencemos con el debate.

-¿Un debate? -pregunté extrañada a mi padre ¿Qué pintaba hacer ahora esa idiotez cuando habíamos sido atacados?

-Antes de que llegarais todo ha sido un caos. Se han dividido en dos grupos; los que quieren atacar a las hadas y los que prefieren proteger el pueblo.

-¿Cómo se ha llegado a la conclusión de las hadas? -pregunta Evans con los brazos cruzados y recostado en su asiento. La idea le parecía divertida.

-Aquel fuego fatuo de color morado es obra de las hadas -le mira mi padre como si fuera idiota- Es característico de ellos. No quema a los humanos pero sí casas y campos.

-Hadas y elfos respetan la naturaleza. Pensar que fueron ellos...

-¡Silencio al fondo! -Un hombre de barba puntiaguda y rasgos igual de afilados señala por nuestra zona. No había prestado atención a la conversación que mantenían, pero estaba segura que era el que quería liderar el bando de los atacantes- Al menos que tengas algo que decir ante todos, Serafina Stones.

Mi cara se enrojeció por la repentina atención pero duró poco. Me dispuse a levantarme, pero el brazo de Evans se interpuso como una barra de seguridad. Sus ojos fríos y calculadores me miraban sin pestañear.

-No digas ninguna tontería -me advierte, pero sonaba más divertido que amenazante.

Le regalo un ceño fruncido y me levanto ante la enorme audiencia.

-Sí, tengo algo que decir.

-¿Estarías dispuesta a bajar aquí? -quería doblegarme. Este hombre no sabe con quien se mete.

-Con mucho gusto -salgo de mi fila y bajo por las escaleras hasta estar en el escenario, estando en el otro lado la mesa de los sabios- Estos segura de que no fue obra de las hadas.

Un mutismo se instaló. Los sabios no dijeron nada, sólo escuchaban.

-¿Y tú qué sabes?

-¿Qué intenciones tendrían? Hicieron un pacto con nosotros que han respetado, ¿por qué romperlo?

-¡Seguramente porque estarían cansados de sentirse inferiores...! -No estaba dispuesta a dejar que ese hombre dijera un montón de tonterías sin sentido que confundieran a todos.

-¿Acaso ha visto algún hada o elfo, señor? -Su silencio decía mucho- Seguramente porque no fueron ellos ¡Fueron suplantados!

El silencio de antes es cambiado por los murmullos de los Cazadores veteranos. El anciano jefe se puso en pie y el silencio volvió a reinar.

-Interesante conjetura, ¿en qué te basas, pequeña?

-Las hadas respetan con amor la naturaleza y controlan para fines benefactores su magia. Los elfos son los que luchan, son buenos estrategas pero no tienen el don mágico, ¿No es muy extraño que sin ninguna razón quieran atacar a los humanos sin hacer acto de presencia? Ellos no actúan así.

Cazadora vs AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora