La tensión contenida en aquella habitación no se podría cortar ni con el filo de un cuchillo. Todo lo que pasaba en el despacho parecía una conferencia de políticos que en un momento dado se volvería en una pelea de taberna. Ni Evans ni mi padre daban su brazo a torcer en su discusión.
Sé que hablaban de todo lo que había pasado y del pacto establecido entre su manada y los míos, pero desde el principio me había desconectado de la conversación. Intenté quitar mi mano del agarre de Evans, pero era eso, intentaba. Evans no movió ningún músculo y en ocasiones acariciaba mis yemas con sus dedos. El imbécil sólo hacía cabrear más a mi padre, que no había pasado por alto aquel descaro.
-¿Qué opinas Sera? -por una vez la atención iba dirigida a mí. Desconcertada y dejando de mirar todos los libros de la librería, especialmente uno que me llamó la atención de Stephen King que no había leído, les miré.
-¿En qué? -dije sin comprenderle.
-¿Quieres seguir viviendo con...él? -pregunta mirando furtivamente a Evans.
Me le quedo mirando y él hace lo mismo. Al ver sus ojos me viene de repente lo de aquella noche, cuando me mordió. Ver a un Evans tan vulnerable se me partía el corazón, y por la conexión que teníamos mi cuerpo reaccionaba dolorosamente ante la idea de alejarme de él. Respiré pesadamente y cerrando los ojos. La idea de huir no me convenía.
-El trato era que si me quedaba tendríais su ayuda -respondo sin atreverme a mirar a mi padre- Supongo que habrá que ceñirse a eso.
No levanto los ojos. No quiero ver las arrugas de la frente de mi padre o de la rara sonrisa que posiblemente Evans esté haciendo.
-Sin embargo -aquello no se lo esperaban. Con valor miro a Evans y consigo soltarme para cruzarme de brazos- También necesito una independencia. Quiero venir aquí sea sola o acompañada y las veces que me de la gana.
Los ojos furiosos de Evans me miraban de arriba a abajo, pero no abre la boca, aunque sé que es un rotundo no.
-¿Lo aceptas o lo rechazas? -Digo con una sonrisa ladeada.
-Lo hablaré con tu padre -dice cortando la atención visual.
-¡¿Cómo que con mi...?!
-Hija, déjanos solos -dice mi padre.
-Pero...
-Ahora.
Me pongo rígida y me muerdo el labio para no replicar. Me levanto, doy la vuelta y salgo del despacho enrabietada sin decir nada más.
¿Por qué las cosas no salían como quería? ¿Y por qué me trataban como una niña? Sé que me falta madurez pero ya soy mayor de edad para decidir por mi misma.
Al pasar por la cocina veo a mi madre de un lado a otro cortando verduras y salteando la carne. Decido entrar y sentarme en el taburete de la pequeña isleta.
-¿Qué ocurre, cariño?
-¿Cómo que qué ocurre? -digo mirándola con los ojos bien abiertos- ¡Está claro que todo esto no me gusta!
Deja de cocinar y se inclina frente a mi, poniendo una mano en mi mejilla.
-Ya lo sé cielo. Sé que no debe de ser nada fácil para ti pasar por esto, pero tienes que superarlo.
Me quedo callada. Mi madre suspira y se aleja. Poco después, una taza caliente de leche con miel y unas galletas de avena están a escasos centímetros de mis manos y mi madre ocupa la posición anterior.
-Lo pasé muy mal cuando te fuiste. Supe que no era buena idea que fueras cazadora -le lanzo una mirada con la ceja elevada. Ella prefiere ignorar eso- Lo digo en serio, Serafina. Para una madre es el peor suplicio saber que tus hijos estén en peligro. Yo lo he tenido que aguantar siempre...y cuando desapareciste...no se puede explicar el sentimiento de dolor que te reconcome día y noche.
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Cazadora vs Alfa
WerewolfNovela para +16. No, si ya me lo pintaban bien para ser verdad. Como regalo de mis decimonoveno cumpleaños y de que -por fin- saliera del bachiller con un aprobado raspado, me ofrecen ir a espiar las "intenciones" de una de las manadas más peligrosa...