Surcamos los negros cielos de la ciudad. Era precioso ver las luces a esta altura, como si fueran luciérnagas parpadeantes de mil colores. El ruido de las calles daba igual, eran notas alejadas de mis oídos y la respiración de Evans eran mi única melodía. Mi corazón palpitaba potentemente de la maravillosa sensación de tener al lobo a mi lado.
¿Hablaba de una manera tan cursi porque estaba enamorada? Probablemente sí.
Sin embargo, también era palpable el miedo de lo que ocurrirá.
Descendimos a un oscuro callejón. Evans inspeccionó que nadie nos miraba y de un salto se adentró al balcón de un séptimo piso de un modesto edificio.
Sin soltarme, entramos por las puertas francesas que estaban abiertas. Era moderno, al estilo americano de la cocina y el salón unidos, pero escaseaban los muebles. Solo estaban los imprescindibles para hacer vida.
Evans me reposó en un mullido sofá de piel. La luna le bañaba completamente. Era magnífico ver a Evans transformado de esa forma, y no como un simple lobo gigante. Superaba a la realidad de los comics.
Cerró los ojos y apretando los dientes se fue transformando. Su altura volvió a ser la de siempre y disminuyeron los músculos. Sin embargo, no era completamente humano. Sus colmillos seguían ahí, en una mandíbula pronunciada, pero no tanto. En sus manos y pies había pequeñas garras con algo de pelaje al igual que en su nuca había una línea negra de pelo recorriendo su columna. Sus ojos azules brillaban más y eran rodeados por el color negro -lo cual deberían ser blanco- y su habitual corte de cabello había crecido unos centimetros.
Y, sin embargo, era impresionante verlo de esa forma.
Soltó un largo suspiro y, algo nervioso, me miró.
-Siento asustarte,...con la luna llena no consigo volverme completamente normal hasta el amanecer.
-Tranquilo...no estoy... -hice un gemido de dolor por la garganta.
Evans se movió rápido. Fue a la cocina y de inmediato me trajo un vaso de agua fría. Me la bebí con ímpetu y le pedí más, aliviando mi faringe de inmediato.
-Necesitas un baño, tengo que curar tus heridas.
No reproché por ello y asentí. Ya me daba bastante vergüenza oler mal por lo que he sudado, y encima por mi "desaliñado" aspecto. Entró por una puerta al fondo y escuché que abrió el grifo del agua. Volvió de inmediato y, como si no pesara nada, me cargó hacia dentro.
Como siempre, me quedaba sin palabras ante la construcción del piso.
-¿Es tuyo esto? -pregunté curiosa. Pensé que la casa de la manada era la única que tenía, pero al parecer estaba en un error.
Evans no respondió. Agachó la cabeza mirando al suelo y se movió nervioso por el cuarto de baño.
-No exactamente...vete metiendo en la bañera -me dejó sola cerrando la puerta suavemente.
Me costó desvestirme. Las prendas se pegaban a mis heridas y no podía evitar quejarme de las punzadas de dolor. A lo largo de tres minutos lo conseguí y me metí despacio en el agua. Estaba fresca y lo agradecía. Al introducirme completamente, solté un suspiro de satisfacción al sentir el inmediato alivio de mis quemaduras.
La bañera era grande, por lo que tenía un gran espacio para estirarme. Vi el champú y aproveché para lavarme el pelo, pero costaba mover el brazo dolorido.
-Trae, deja que lo haga yo.
Doy un rebote y me volteo para mirarle, ¡joder, que susto me has pegado! Iba a gritarle, pero me dí cuenta de mi desnudez y automáticamente cubrí mi cuerpo.
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Cazadora vs Alfa
WerewolfNovela para +16. No, si ya me lo pintaban bien para ser verdad. Como regalo de mis decimonoveno cumpleaños y de que -por fin- saliera del bachiller con un aprobado raspado, me ofrecen ir a espiar las "intenciones" de una de las manadas más peligrosa...