23. ¡LO AVERIGUARÉ CON MIS MÉTODOS!

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Me desperté con los primeros rayos del sol que se filtraban por el cristal. Me dí la vuelta y confirmé lo que había sospechado a las altas horas de la noche: Evans no había aparecido de nuevo.

Solté un bufido y me levanté angustiada de la cama, dirigiéndome al baño. Tuve la suerte de que nadie me molestara mientras me encerraba en el pequeño cuarto y de que la caldera estuviera encendida.

El agua caliente adormiló mis músculos. Agradeciendo por aquella sensación, pude dejar de pensar por unos segundos en Evans y en centrarme en serenarme. Me tomé mi tiempo en la ducha aprovechando que me lavaba el pelo y me exfoliaba la piel. Cada caricia del guante era como recordar sus caricias. Inconscientemente puse mi mano entre mis muslos sintiendo la tensiones de mi vientre. Sacudí la cabeza, me quité el guante y me enjaboné el pelo.

Al salir fui directa a mi habitación a vestirme. Cogí de mi armario unos vaqueros y una camiseta gris, perfectos para no tener que arreglarme. Me puse las zapatillas blancas y sin molestarme en secarme el pelo salvo con la toalla bajé a la cocina.

Nada más entrar el olor del café y las tostadas entraron por mi nariz. Ojalá fuere otro olor.

-Buenos días, ¿qué tal dormiste? -dice mi madre poniendo el plato de las tostadas en la mesa con una sonrisa. Me senté frente a mi padre, que leía el periódico con expresión seria.

-Pude dormir algo... ¿Sabéis algo de Evans?

Los ojos de mi padre dejan de ver el periódico y me evalúa con la mirada.

-¿No se coló anoche el perro? -dijo enfadado. Aún seguía cabreado por la discusión.

-No preguntaría si lo supiera -dije de la misma forma. Mi madre fue la que puso órden en la mesa.

-Está con sus hombres hablando sobre los turnos de guardia en el polideportivo -me informa- Me dijo que volverá en media hora.

Asentí con la cabeza y tomé la tostada para untarla de mantequilla sin ganas de hablar. Mis padres me hicieron el favor de también mantener el silencio, algo que agradecí en mi fuero interno.

Las horas pasaron y Evans no pisaba la casa ¿Por qué le tengo que estar esperando? No era su muñeca ni nada parecido... ¡Dios, si tarda más me suicido!

Estaba exasperada. La actitud de aquella noche y su repentina transformación era todo un misterio. No comprendía la gravedad de la situación, pero era algo que no me tenía que dejar de lado.

¿Cuando había empezado a pensar así? No había aceptado en ser su novia aunque el pusiera todos el empeño. Mi conciencia me traiciona recordando la declaración que me hizo al decirle que no le volvería a ver. Un hormigueo de ansiedad recorrió mi cuerpo.

¡Se acabó, S, deja de pensar así! No quieres su amor, quieres su confianza y luego dejarle, volver a ser como eras.

¿Y qué tenía de bueno mi vida? Ahora que me lo replanteaba viendo la calle por la ventana del salón, ¿ser cazadora era lo más importante? Mi padre me metió esa idea en la cabeza y fue como una religión para mí que cumplí a rajatabla, pero después de vivir con los hombres lobo no lo tenía claro. Los Cazadores daban caza a los sobrenaturales o establecían sus leyes, ¿y ya está?

Tengo que salir a que me dé el aire. Atrapo las llaves de mi casa y mi móvil y salgo al exterior. Estar un rato con Simón ayudaría a volver a tener mi sarcástica personalidad.

Las calles estaban muy ajetreadas. Los que habían perdido sus hogares hacían cola para recoger comida y los demás ayudaban en quitar las piezas quemadas y reconstruir las antiguas estructuras de las casas.

Cazadora vs AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora