2. ¿QUÉ DIABLOS DE FIESTA ES ESTA?

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El autobús frena en mi parada y rápidamente salgo una vez que las puertas se abren, disculpándome de algún empujón que haya ocasionado.

Mi casa no está tan lejos, solo dos calles más arriba. Pero nada más cruzar la esquina y ver el meollo que ha hecho la loca de mi madre me doy la vuelta para largarme antes de que...

-¡Serafina, ven aquí ahora mismo!

Ya no tenía salvación. Ando hacia mi madre viendo a un montón de personas de un catering de un lado a otro, entrando con cosas y saliendo con las manos vacías.

-¿Qué es todo esto madre?

-Es para celebrar tu cumpleaños, cariño, y de que los miembros de la Asamblea quieran venir a cenar.

-En mis dieciocho sólo me disteis una tarjeta y un vale de descuentos.

-¡Esto es distinto! Y no te lo merecías nada más por tus malas notas.

-Sí sí, es muy fácil poner las notas o mis malos hábitos en medio para castigarme. No fue nada importante, solo mi mayoría de edad.

-¡Serafina!

-¡Te he dicho muchas veces que no me llames así! ¡Y que era broma mujer! -la grito y voy esquivando a los camareros para entrar en mi casa, sin que la pesada de mi madre se despegara de mis talones.

-¡Hija, ponte algo más decente, que estar con esa sudadera delante de la Asamblea es muy vulgar!

-¡Que sí, pesada! -digo sin escucharla. Llevaba años haciendo la misma técnica con ella y nunca me ha fallado. Subíamos las escaleras superiores las dos a la vez.

-¡Ponte el vestido que te compraste ese día que tanto te gustaba!

-Dirás el que tú compraste porque te gustaba para mí.

-¡No empecemos con broncas que va a ser una noche muy larga!

-¿Va a llegar el Apocalípsis?

-¡Deja de decir chorradas y tira a tu cuarto!

Me gusta hacer rabiar a mi madre cuando me aburría por las tantas palabras que salían de su diminuta boca. Todo en ella eran ordenes y ordenes y por las noches... el beso de buenas noches, y el ciclo volvía a repetirse. Pero aun así cuando tomaba algo de alcohol estaba en plan madre guay y en la onda, y no sé si es peor eso o la madre sobreprotectora y maquiavélica que es.

Llegamos a mi cuarto y tiro a la cama la mochila que nunca más me pondría para el colegio y la sudadera. Detrás oigo un pequeño grito y giro la cabeza asustada.

-¿Qué ocurre? -digo mirando a cada esquina, inspeccionando de que no hayan entrado diminutos gremlins.

-¡¿Qué te has hecho en el pelo?!

Casi me doy de bruces con el suelo por su tonta pregunta. Me incorporo y volvemos a entrar en nuestro campo de batalla.

-Mola, ¿verdad? -digo zarandeando mis dos trenzas rosadas.

-¡¿Que mola?! ¡Estás loca! Quiero que te lo quites ahora mismo.

-Imposible, es una permanente. Tardará un mes o más en irse -la mentí para ver su cara de monstruo.

Y ahí estaba esa cara que tanto adoraba de ella, la pequeña venita que latía en su sien y los dientes chirriando de la frustración. Que guapa estaba.

-Venga no te enfades... Podemos cancelar la reunión hasta que mi pelo vuelva a la normalidad.

-¡Como si tienes la piel verde y un cuerno en la frente, habrá cena ésta noche! -dice mi madre que ya se iba calmando- Pero a cambio te pondrás el vestido.

Cazadora vs AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora