Wild Things [ Español ]

44: Pistola

Capitulo: 44
Pistola

El hombre me pone la mano en la boca para impedirme gritar.
Aprieta tan fuerte que casi no puedo respirar.
Siento como los latidos del corazón se salen del pecho. También siento el poco aire que me queda en los pulmones va disminuyendo su energía.
La cabeza me da zumbidos y dolores inexplicables.

—¿Estás cómoda, Alessia? —dice el que conduce que también va con máscara.

Su voz me suena muchísimo. Como si ya la hubiera conocido antes.

Mis pensamientos pisan a los otros y me hacen actuar de la manera más agresiva que se.
Le muerdo la mano al hombre que me sujeta y tras esto comienzo a pegar patadas al asiento del conductor haciendo que le cueste conducir.

—Suéltame imbécil —le digo escupiéndole

—Vaya pareces otra. Cuando te conocí eras una niña muy buena y mira lo que eres ahora "Alessita".

Mi cara es todo un poema ¿quién es?

De repente salgo de dudas porque se quita la máscara.

No lo puedo creer.

Es Alex.

El mismo que quiso meter mierda en mi grupo. Él que me trataba como una reina para luego intentar violarme.

—¿Por qué haces esto? Eres un hijo de ...

Voy a seguir pero es cuando me corta señalándome con una pistola.

—Yo que tu me quedaba calladita Alessia. Si no quieres que te atraviese la cabeza con una bala.

Un movimiento involuntario me hace tragar saliva del miedo que tengo, otro en cambio me hace pegarle un puñetazo en la cabeza desde el asiento de atrás.

El hombre de negro que me agarraba antes lo vuelve a hacer.
Miles de insultos salen en pequeños gritos de mi voz hasta que el hombre me tapa la boca con un trapo.

Me ata las manos y las piernas para inmovilizarme.

Cuando Alex ve que está todo más seguro conmigo atada, continúa conduciendo a una alta velocidad.

Veo como toda mi vida pasa ante mis ojos; mi madre, mi padre, su divorcio, en como a cambiado mi vida, en el grupo de amigos que tengo ahora el cuál me arrepiento de haberles hablado así, porque son lo mejor que me ha pasado nunca.
Pero sobre todo pienso en como he cambiado yo.

En el momento en el que lo daba todo por perdido, el coche pega un frenazo que todos casi nos comemos los cristales.

Veo como una persona en una moto ha interrumpido el camino posicionándose delante del coche.

—Joder —refunfuña Alex.

Es cuando la persona se quita el casco y veo el rostro.

Es Zippy.

Nunca me he alegrado tanto de verle. Un sentimiento de alivio y adrenalina me recorre por el cuerpo ahora mismo.

Veo como se acerca a la ventanilla con el casco en la mano y su pelo levemente despeinado.

Lleva puesto una chupa negra y una tirantilla blanca muy ajustada que deja notar su pecho marcado.

¿Por qué en estos momentos tan complicados tengo que pararme a pensar lo sexy que se ve Zippy?
Y ¿desde cuando tiene este niño una moto y sabe conducirla?

Me hago miles de preguntas absurdas en medio de mi propio secuestro.
Es para aplaudirme en la cara.

—Suéltala por favor —ruega Zippy.

Me sorprende su tono de voz. Me esperaba que iba a ser como más agresivo o temerario.

—Ya sabes que no la voy a soltar —dice Alex con una sonrisa de lado.

—Perdón ¿lo siento vale? Nos pondremos al día, Alex.

¿QUÉ ESTA PASANDO? ¿POR QUE ZIPPY LE ESTA PIDIENDO PERDÓN AL QUE ME HA SECUESTTADO.

—Son ordenes de mi padre... Ya sabes tu jefe.  Él que os ha mandado varios trabajitos que este mes os lo habéis pasado por los cojones. —dice con aire de superioridad.

Mi cara es todo un poema. Con el entrecejo arrugado y mis ojos abiertos de en par en par.
El hombre que me había agarrado antes se me queda mirando, como si sorprendentemente le hiciera algo de gracia mi cara.

—Suelta a Alessia —vuelve a pedir Zippy.

–O si no ¿qué? No puedes hacerme nada Zippy, ya lo sabes.

Él no, pero yo si.

Hago actos de voluntad y saco fuerzas de donde no las hay. Le pego un cabezazo al hombre de al lado para dejarlo inconsciente.
Me ha dolido muchísimo de hecho estoy mareada, pero el golpe se lo ha llevado él, que era lo que yo buscaba.

Luego me retuerzo en el asiento hasta tener las piernas lo más altas posibles hacia arriba.

Es cuando agarro impulso y le pego una patada a Alex en la mano, haciendo así que se le caiga la pistola al suelo del coche, con suerte de que cae en la parte de atrás

Alex intenta reaccionar rápido para cogerla de nuevo pero yo estoy más cerca.

La agarro como puedo porque tengo las muñecas atadas, pero al fin consigo apuntarle con ella.

Ahora el mando lo tengo yo.