08: La Higuereta

74 29 8
                                    

Capitulo: 8
La Higuereta

Nos desviamos con las bicis y salimos de todas estas callejuelas bañadas en blanco.
Me sorprende ver algo distinto, ya que nunca he salido de la zona de donde mi vive mi abuela y sinceramente pensaba que todo el pueblo seria igual, pero ya veo que no.

Pasamos por una calle muy estrecha para luego aparecer en una carretera ancha y larga que desvía a una rotonda.

Es ahí cuando me quedo con la boca abierta.
La rotonda con una gran fuente en medio deja ver lo bonito que es esta zona. Con una plaza gigante a la derecha dónde varios niños pequeños juegan en un parque que hay bajo una carpa blanca que para ser sinceros... No le encuentro el sentido, ¿por qué hay una carpa?
Luego a la izquierda, está el ayuntamiento del pueblo rodeado de muchisimos árboles que hacen que mis fosas nasales se inunden de un agradable olor a pino.

Ahora que he descubierto que esto es mucho más que una simples calles, me dan ganas de verlo todo, pero no me da tiempo a fijar la vista mucho más porque los chicos comienzan a pedalear más rápido dejándome ligeramente atrás.

Siguen por la carretera, cosa que no entiendo teniendo una inmensa cera por dónde ir, pero bueno tampoco me puedo quejar, apenas pasan coches en este sitio.

Robert va primero con determinación sabiendo perfectamente a dónde va. Chantel lo sigue muy cerca mientras que Zippy y yo vamos un poco más atrás pero no lo suficiente como para perderlos de vista.

Pasamos la rotonda y comenzamos a subir una carretera que está cuesta arriba que hace que nos cueste más pedalear, pero es lo suficientemente ancha como para ir más cómodos todos juntos.

Esto está lleno de cuestas, mañana voy a tener unas agujetas increíbles.

Lo que era una acera a ambos lados de la carretera se va convirtiendo en un terreno donde sólo hay árboles. Pasamos la cuesta y la brisa fría se apodera de mi haciéndome tiritar.

Las nubes oscuras se tragan lo que quedaba de luz, y no veo apenas nada, porque por lo que se ve aquí también carecen de farolas.

Ya no veo la carretera, sólo un camino lleno de piedrecitas que nos llevan a un descampado que hay junto a un colegio.

La desviación repentina de los chicos me hace pensar que ha sido sólo para atajar.

Lo que no saben es que no tengo tanta práctica como ellos y me puedo matar si sigo conduciendo por aquí.

Y para colmo, el clima se apiada de mi y la lluvia comienza a caer con fuerza.

Veo como los chicos comienzan a pedalear con fuerza y a conducir increíblemente rápido.

Incluso Zippy anda medio de pie en la bici para poder ir con más prisa.

Pero lo siento por mi misma, porque yo, ni en siete vidas seré capaz de ir así en bici.

Intento ir a sus ritmos pero me es imposible.

Cada vez los visualizo más lejos, hasta llegar al punto de perderlos de vista mientras que la lluvia cae en mantas y no veo otra cosa que no sea agua caer.

Freno en seco y me quedo quieta mirando hacia mi al rededor.

Estoy en medio de un descampado rodeado de casas y de un colegio que da bastante mal royo.

Muy bien Alessia, segunda vez que te pierdes. ¿Cuántas veces ocurrirá más?

Pero esta vez no pienso quedarme parada a llorar como hice.

Giro la bici y me dispongo a volver por dónde he venido.

¿Qué si me acuerdo como era el camino?
Pues no.

Pero bueno, supongo que si he subido una cuesta tendré que encontrarla y bajarla. Buscar la rotonda e... intentar volver a casa.

Digo intentar porque a partir de ahí ya todas las calles son iguales.

Me dispongo a ir despacito, intentando que ninguna piedrecita me pase una mala jugada.

Cuando paso el descampado, vuelvo a la carretera y voy conduciendo bajo las sombras de los gigantescos árboles que dan muy mala imagen, parecen sacados de una película de terror.

Hasta que por fin, encuentro la cuesta y freno en seco. Llegó la hora...

Veo como el agua se desliza ligeramente hacia abajo y con la bici parada aprieto fuertemente el manillar rezando para seguir viviendo después de esto.

Pero no conozco otro camino, este es el único remedio.

Si, la otra opción sería esperarme o bajar andando pero no quiero dejar la bici abandonada y tampoco quiero quedarme quieta en medio de un descampado.

Cuando me armo de la poca valentía que tengo para bajar, alguien derrapa ante mí y hace una parada perfecta con su bici posicionándose justo en frente mía.

-¿Y tu eras la que le dijo a mi hermana que estaba loca por bajar una cuesta a toda prisa?

Se me escapa una risa acompañada de un suspiro de alivio al saber que no me ha abandonado y que Zippy a vuelto a buscarme.

-Estabas apunto de bajar por un río de agua con una bici sin ni si quiera controlar bien el manillar.

Yo le sigo sin contestar.

-Oye que me parece una idea divertida y algún día podemos probar -deja caer en un tono burlón-. Pero deja que te enseñe antes a controlar la bici y ya luego bueno, si te matas por lo menos será por torpeza y no por falta de aprendizaje.

Me rio y me hace un gesto para que le siga.

Abandonamos la cuesta abajo y volvemos al descampado de antes, dirigiéndonos a la casa de Olivia, dónde Robert y Chantel habrán llegado desde hace bastante rato.

Wild Things [ Español ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora