04: El secreto de las calles

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Capítulo: 4
El secreto de las calles

Me levanto del escalón con un pequeño rebote que me causa el susto que acabo de tener.

Intento enfocar mi vista pero no logro conseguirlo, mis ojos están irritados de llorar y por más que restriegue mis manos en ellos no consigo que mejoren.

Una silueta se va acercando hacia mi con una bici a su paso, voy retrocediendo hacia atrás pero una pared me impide seguir más.

Debería correr pero el pánico me tiene paralizada y sin pensarlo digo la primera frase que me viene.

-Por favor, no me hagas daño -digo con un grito agudo.

De repente sucede lo que menos me esperaba. Una risa escandalosa se escucha acercarse mientras que el individuo deja ver su rostro bajo la luz de la farola que hay a nuestra derecha.

-Tranquila, soy inofensivo. Sólo venia a ayudarte.

Un chico robusto y alto me regala una sonrisa dulce mientras tiende su mano para saludarme.

Yo en cambio lo único que hago es asustarme más y esconder mis manos tras la espalda. Si cree que le voy a dar la mano a un desconocido está equivocado.

-Lo siento, ni si quiera me he presentado -dice volviendo a poner sus manos sobre el manillas de su bici-. Soy Robert, amigo de Chantel y Zippy. Me han mandado a buscarte, se han quedado preocupados al saber que has salido por aquí sola.

Lo miro confundida.
¿Se supone que ya no es un desconocido?
Es amigo de mi... ¿nueva hermana?

-¿Eres Alessia, verdad? No me digas que me he equivocado de persona, me moriría de la vergüenza...

Se me escapa una pequeña risa porque por un momento he pensado en decirle que no soy yo la chica que busca y devolverle el susto que me ha dado antes... Pero mi bondad y educación me lo impide.

-Soy yo, no te preocupes -digo acercándome a él.

Me pongo de puntillas para saludarle y el me devuelve los dos besos pero frunce el ceño.

Aquí la gente se saludará estrechando las manos pero de donde yo vengo nos saludamos dándonos dos besos a cada lado de la mejilla.

Su barba me pincha la cara y me hace arrascarme, parezco un perro con pulgas.

Robert se ríe y luego me hace un gesto para comenzar el camino de vuelta a casa.

-¿Quieres que te lleve? Podríamos llegar más rápido en la bici.

Lo miro con los ojos abiertos y luego dirijo mi mirada hacia el sillín de la bici haciéndome pensar que no cabemos los dos en la vida.

-¿Llevarme, dónde? En el sillín no cabemos los dos -digo como si fuera obvio.

Robert se frena en seco y arquea las cejas.

-¿Vienes de otro planeta? ¿En serio nunca nadie antes te ha llevado en bici?

Niego con la cabeza desalentada.

-Te tienes que montar encima del manillar, aquí -dice señalando ese DELGADO E INESTABLE MANILLAR.

-¿Estarás de broma, no?

-No -dice con una voz segura.

No se quien en su estable juicio se sube en el manillar de algo pudiéndose caer de lleno.
Al principio pensaba que era una simple broma, pero viendo la seriedad que resta su rostro comienzo a entender que no lo es.

-No gracias. No quiero romperme los dientes en mi primer día en el pueblo.

-¿Tienes miedo? No tienes porqué tenerlo, no eres a la primera chica que llevo en bici.

Ruedo los ojos cansada de todo, me giro hacia él y le suelto bruscamente:

-Si, tengo miedo de montarme en algo que pesa menos que una pluma con un desconocido en un sitio que no he pisado en mi vida.

Robert me mira fijamente y luego desvía la mirada hacia el suelo sin decirme nada. Creo que se ha ofendido por mi borderia, pero él no sabe que llevo un día de perros.

-Te dejaré en casa y no te volveré a molestar más, Alessia -deja caer mi nombre con un ligero despunte.

La vuelta a casa se convierte en un largo e incómodo camino.
Robert ni si quiera me ha mirado pero tiene el detalle de caminar junto a mi llevando su bici al lado.
Con la mala contestación que he tenido podría haberse montado en ella y haberse largado, pero aún así, no lo ha hecho.

-Ya has llegado -dice señalandome la puerta con un gesto de cabeza.

-Gracias... -digo dándome la vuelta para tocar al timbre.

Es cuando oigo a mis espaldas como las cadenas de la bici comienzan a sonar con fuerza.

Me giro y veo a Robert alejarse a mucha velocidad.

-¡Espera!

Robert aprieta sus frenos con fuerza y la bici derrapa dando media vuelta.

Me parece fascinante el control que tiene conduciendola.

Me mira frunciendo el ceño y le hago un gesto con la mano para que vuelva hacia mi. No pasan ni dos segundos cuando lo tengo en frente.

-¿Podemos hablar? -le digo con una voz temblorosa.

Él deja caer una pequeña risa mientras que me mira de arriba abajo, haciéndome esperar una respuesta.

Wild Things [ Español ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora