02: Hermanastra por sorpresa

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Capítulo 2:
Hermanastra por sorpresa

Una riada de agua fría me cae por la frente haciéndome despertar de golpe.

-¡Aush! -digo tocándome la cabeza.

No pasan ni dos segundos cuando recaigo en la presencia de la culpable de que esté mojada hasta las bragas.

Una chica de color me mira con los brazos cruzados y con la cabeza ladeada.

-¿Que hacías durmiendo en mi baño? -me espeta cortante.

-¿Tú baño? Y no estaba durmiendo, me desmayé que son cosas distintas.

Salgo de la ducha y me miro al espejo. El maquillaje corrido se deja ver por mi rostro haciendo que me parezca a un mapache. Mi pelo negro y rizado esta mojado y por otras partes encrespado y ya ni hablar de mi ropa... Empapada y manchada.

-Tía, estas echa un desastre -dice la chica ahogando una risa-. Dejame que te ayude anda.

Saca una toalla grande de uno de los cajones del lavabo y las toallitas desmaquillantes. Me sitúa la toalla sobre los hombros y luego me pasa las toallitas por la cara quitándome los restos de maquillaje.
Cuando acaba, busca un cepillo y mientras me miro al espejo. Ya me veo mucho mejor, algo más seca y sin manchas negras por la cara.

-Gracias.

-Denada -dice mientras nuestras miradas se cruzan a través del espejo.

Veo lo cuidadosa que es a la hora de peinarme, sabe como manejar unos rizos en el pelo. Peinar un cabello rizado cuesta muchísimo, más de lo que parece.

-Tú debes de ser Alessia ¿verdad? -dice sin apartar la vista de mi pelo.

-Si ¿y tú? ¿Quién eres?

-Pues tu nueva hermana, supongo.

Mi cuerpo se congela y giro la cabeza rápidamente mirándola de lleno.

No puede ser.

Mi padre no me ha mencionado nada de esto.
Que tenga una nueva "madre" vale, pero ¿tener una hermana? ¿Sin avisar?.

Nunca he tenido hermanos, soy hija única, tampoco primos porque viven en ciudades distintas y ni si quiera los conozco. Para rematar se podría decir que no tengo ni amigos.

No se lo que es compartir algo con otras personas, ni si quiera se sobrellevar una conversación con alguien.

En mi jaula sólo estaba yo y me gustaría que así siguiera. Pero ahora tengo que aprender a compartir a mi padre con otra mujer y con... Otra chica.

-¿Te encuentras bien? Estas pálida.

Sus palabras me hacen volver y me miro de nuevo al espejo. Lleva razón, mi cara representa todo el dolor que ahora mismo llevo dentro.

-Si estoy bien, no te preocupes -digo mientras me clavo las uñas en las palmas.

-Lo siento, he sido un poco brusca... No estoy acostumbrada a decir las cosas con tacto.

Sin contestar me levanto y salgo del baño, miro de reojo y puedo ver como la chica me sigue.

En el salón se encuentra mi padre y Mariasa, que nos miran con asombro cuando nos ven juntas.

-Vaya, que alegría saber que ya os habéis conocido -dice la nueva novia de mi padre.

Me gustaría decir lo contrario, pero la educación que me dio mi madre me obliga a sacar otras palabras de mi boca.

-Si señora, ella... -balbuceo al no saber su nombre.

-Chantel -suelta la chica.

-Pues eso, Chantel es muy buena, me ha caído muy bien y estoy muy contenta de que seamos familia. Ahora si me disculpáis voy a sacar las cosas de mi maleta. ¿La habitación, por favor?

Mariasa y mi padre se miran algo confusos, quizás no se hayan creído mis palabras porque no soy muy buena actuando. Pero me da igual, al menos he cumplido.

-Arriba a la derecha -dice mi padre.

Agarro las maletas que están en la entrada y subo a la habitación, Chantel mientras tanto se sienta en el sofá junto a ellos.

Al subir las escaleras hay un largo y estrecho pasillo con un cuarto de baño y dos habitaciones. Cuando entro al cuarto indicado puedo ver como dos camas ( una de ellas vacía) me sorprenden al entrar.

-No puede ser... Encima tengo que compartir habitación, como si fuera esto un campamento -digo para mis adentros.

Coloco la maleta encima de la cama y la comienzo a abrir para sacar las cosas.

Sin quererlo rozo mis palmas con varias prendas que hay en el interior y un gran escozor me hace quitarlas de golpe.

Las marcas que tengo de clavarme las uñas cada vez van a peor. Están rojizas y algunas recubiertas de pequeñas manchas de sangre. Se que deberia de dejar de hacer esto pero no puedo evitarlo. Cada vez que me consumen los nervios lo hago como desahogo para no explotar delante de nadie.

Tampoco me puedo poner vendas para que se me curen, porque al tenerlas mis padres sospecharían y no quiero que sepan que llevo mal esta situación, por ello tengo que dejarlas al aire libre.

Cuando saco mi ropa doblándola cuidadosamente un gran susto casi me para el corazón.

Un desconocido está entrando por la ventana de la habitación y yo comienzo a gritar desesperadamente.

Pero no me da tiempo a hacer nada cuando ya tengo al chico tapandome la boca con su mano evitándome dar el aviso de alarma.

Wild Things [ Español ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora