Capítulo 12

2.3K 282 270
                                    

Estabas en el cuarto de Rei, preparándote allí para poder asistir a tu primera misión individual. 

Desde tu punto de vista, la misión era bastante fácil, y no podías entender la preocupación de Rei y Kazuki. Ellos habían completado recados el doble de complicados y peligrosos, de esos que se necesita mucho tiempo para preparar un plan a ejecutar para cumplirlo con éxito. 

En fin, ahora estabas en frente del gran espejo que estaba colgado en una pared del cuarto, observando detenidamente cómo te quedaba el lindo vestido negro que Kazuki y Rei te habían comprado. 

Era perfecto para la ocasión. 

Tu humor cada vez iba mejorando más, ya que el vestido te quedaba bien y tus días con el periodo habían acabado completamente. Ahora eras libre de moverte y hacer cualquier maniobra sin preocuparte por mancharte. 

Eso facilitaba por mucho la misión. 

Te sentaste en el colchón para colocarte tus zapatos negros altos, pero antes te pusiste unas correas en los muslos, con dos bolsillos extras para poder guardar la futura navaja que te convertiría nuevamente en una asesina, y una pistola en caso de no poder usar las cuchillas. 

Por suerte, tus armas escondidas no llegaban a notarse por encima de la tela, aunque sí se podía ver la correa por tener los lados del vestido abiertos, pero eso no importaba demasiado, ya que solo parecían unos detalles que iban con tu atuendo. No era nada sospechoso. 

Te ataste el cabello en un moño, desordenándolo apropósito para darle un toque más lindo. Sacaste unos mechones para acomodarlos a los lados de tu cara. 

Tu maquillaje no era pesado ni excesivo, pero tampoco tenías poco; el color principal era un rojo pasión con toques plateados. Tus labios estaban pintados de un fuerte rojizo sangre que apuntaba a lo oscuro, combinaba perfecto con tu collar fino de plata. 

Kazuki te había entregado uno de los perfumes que una de las muchísimas mujeres (que visitaron su casa antes de adoptar a Miri ) olvidó en su habitación. A pesar de que a Kazuki le avergonzó ese detalle, a ti no te importó. 

Ahora olías dulce, muy elegante. 

Saliste del cuarto de Rei luciendo como una señorita rica importante, inalcanzable y franca, bajando las escaleras como si fueses una reina empoderada. (todas son así, chicas, vivan con la cabeza en alto) 

Unos aplausos se oyeron desde abajo.

—¡Reina, hermosa, preciosa!—Te alagaba Kazuki mientras levantaba los brazos emocionado. 

Miri te miró con sus ojitos brillantes, y corrió hasta ti con una sonrisa, diciéndote todos los sinónimos de "bonita" que se sabía. No podía ser más adorable. 

Soltaste unos sonidos tiernos, acercando tu mano a la de Miri para intentar tomarla, pero Kazuki se había adelantado.

—¡Yo soy el amigo, con permiso!—Exclamó, moviendo a la niña a un lado para tomarte de los hombros.—Estás preciosa. Espero que ese tipo se enamore de ti y te roge porque lo mates a besos—dijo con seriedad, tratando de no voltear a ver la cara asesina que probablemente Rei estaba sosteniendo. 

—Mejor me voy antes de que se pongan a discutir—Murmuraste, caminando hasta la puerta. 

—Bajamos contigo—Dijo Kazuki, pasando su brazo por encima de los hombros de Rei para acercarlo a él. El pelinegro se quitó su brazo ni bien lo sintió. 

Los tres bajaron en ascensor, hablando de algunos detalles de la misión antes de que te vayas a cumplirla. La gran mayoría de la conversación (por no decir toda) la llevaban tú y Kazuki, ya que Rei apenas hablaba, y si lo hacía, era para preguntarte si estabas segura de hacerlo. 

Rei Suwa || Buddy DaddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora