Capítulo 24

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Pequeñas gotas de agua caían del cielo oscuro y nublado, indicando que muy pronto llovería mucho peor. 

Rei iba por su cuarto cigarrillo, esperando casi impaciente tu regreso apoyado contra su auto de brazos cruzados. Estaba preocupándose, ya que estaba a muy poco de empezar el quinto, y aun no volvías. 

—Termino este y voy—Se dijo a sí mismo, haciendo lo posible para acabar con ese mismo cigarro lo más rápido que le permitían sus pulmones y así poder saltar a tu búsqueda. Casi se ahoga con el humo que había aspirado al verte caminando hasta él de brazos cruzados, encogiéndote un poco al sentir que estaba lloviendo. 

Tiró el cigarrillo a un lado, y lo pisó para apagarlo. 

—¿No habían?—Te preguntó cuando estuviste lo suficientemente cerca de él, dándose cuenta de que no tenías nada en tus manos. 

Rei pensó que tal vez irías hasta él y lo besarías, o harías una cosa romántica y cariñosa que tanto le encantaba recibir de ti. Esperó, y qué iluso se sintió al ver cómo pasabas de él, yendo directamente hasta la puerta del copiloto.

—No—Respondiste seca al detenerte para verlo, abriendo el auto para entrar rápidamente. Rei hizo lo mismo. 

—¿Todo bien?—Quiso saber al ver que tú te negabas a mirarlo, dejando que tu cabeza se apoye contra la ventana mientras te cruzabas de brazos. Solo, asentiste.

Comenzó a llover. 

Rei se te quedó viendo unos segundos, para después asentir con la cabeza y meter las llaves al auto para arrancar con dirección al departamento de siempre. Se quedaron sumidos en un silencio algo tenso, o bueno, así lo sentía el pelinegro, ya que podía notar que claramente algo no andaba bien contigo. 

Movía sus dedos sobre el volante, tratando de pensar en algo para decirte, algo que podría subirte los ánimos o simplemente algo para que puedas sincerarte y desahogarte. No soportaba verte así. 

—¿Quieres... ver alguna película en casa?—Te invitó algo tímido al detenerse en un semáforo en rojo, girando su cabeza levemente para mirarte.—Podemos llevar helado... o las gomitas que el otro día mencionaste, las que te gustaban—Agregó al darse cuenta que no dirías nada sobre lo otro. 

—Rei...—Lo llamaste en un hilo de voz, aguantándote las ganas de llorar.—Solo quiero dormir hoy, ¿sí?—Deberían darte un premio por haber logrado hablar con ese horrible nudo en tu garganta que amenazaba con hacerte temblar si hablabas. 

Rei asintió con la cabeza luego de haber tragado saliva, sintiéndose algo triste al saber que no podía hacer nada por ti. 

[...]

La llegada a casa fue en silencio, ya que cuando Kazuki intentó acercarse para saludar, en el mismo instante en que soltó un fuerte grito (característico de él cuando habla) para darte la bienvenida, notó que no estabas de humor, por lo que simplemente quedó duro con una mano en el aire.

Lo mismo iba para Miri, quien se te quedó mirando confundida al verte caminar hasta las escaleras con dirección al cuarto de Rei (que también es tuya, pero te niegas a aceptarlo). 

—¿Qué pasó?—Le preguntó Kazuki al pelinegro cuando oyó que te habías encerrado en la habitación de un portazo. Rei no le contestó, solo caminó hasta el balcón y comenzó a hacer lo mismo de siempre; fumar. 

Entraste al baño, sacándote absolutamente toda la ropa luego de haber cerrado la puerta. Abriste el agua caliente, y dejaste que caiga en la gran tina. 

Realmente necesitabas bañarte. 

Te diste un largo baño, en donde atendiste todo tu cuerpo solo para no darle atención a tu cerebro, que no dejaba de repetirte una, y otra, y otra, y otra vez el reencuentro que tuviste con Arai. No querías pensarlo. 

Rei Suwa || Buddy DaddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora