Capítulo 19

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—Señor, esperamos órdenes. 

—Tráiganla. Ahora.

[...]

—Maldita seas, ____—Te gritó el hombre, empujándote con todas sus fuerzas, sin tener cuidado alguno a pesar de que tenías once años de edad—¡Deja de llorar! ¡te ordené que te levantaras y siguieras!

—No...—Dijiste entre jadeos en el suelo, tratando de recuperar el aire perdido mientras intentabas levantarte del suelo, pero tus brazos cansados y temblantes no te lo permitían. Tu padre se indignó. 

—¿No?—Repitió—¿No, qué, ____?—Preguntó.

—No puedo más—Respondiste, aflojando el agarre del cuchillo que tenías en mano. Te ardía todo el cuerpo, y sentías que podías dormir en el suelo por días, o mejor dicho, desmayarte ahí por semanas.

—Sí, si puedes—Afirmó, agachándose para verte a la cara—, y cada vez vas a poder más y más, porque esto no es nada comparado a lo que te espera en el futuro.

—Pero no... 

Una bofetada que podría escucharse hasta el otro lado del mundo fue a parar a tu mejilla, haciendo que tu cabeza gire a un lado por la fuerza que ejerció en ti. Otro de los miles de golpes que tu padre de dio, y a comparación del resto, esto no era nada, aunque dolía igual.

—Ya es suficiente, señor—Dijo alguien a sus espaldas con neutralidad. Él volteó lentamente.—Otro día seguirá—Añadió. 

—¿Cómo te atreves a..?

—Tiene un llamado importante por parte del señor Sasaki—Le interrumpió, cerrándole la boca al instante.—Dice que quiere reunirse con usted y el personal de la casa—Avisó. 

—Qué molesto—Renegó, para después levantarse del suelo y buscar algo dentro de su saco blanco. Sacó de allí un cigarrillo, haciéndole una seña a una de los mayordomos para que vaya y lo encienda en su boca.—Volveré por la mañana—Anunció al darle una calada al cigarro, soltando el humo en tu cara apropósito. 

Se fue. 

Cuando su persona estuvo lejos de la tuya, por fin te desparramaste en el suelo, respirando agitada al soltar al fin ese cuchillo. Te dolía todo; las manos, las piernas, y sobre todo, la cortadura que él te había hecho al no poder cumplir las expectativas.

No podías acostumbrarte al dolor.

—Vamos a la enfermería de la casa—Dijo el hombre de antes, levantándote entre sus brazos para llevarte al lugar indicado, sabiendo que tú no podrías caminar por el cansancio. Ya era la cuarta vez que ese tipo te ayudaba a posponer los golpes de papá, era un ángel caído del cielo que estaba ayudándote de a poco, y la verdad, es que estabas encariñándote con él. 

Ese joven hombre era más padre para ti que tu propio progenitor. 

—¿No te castigan por hacer esto?—Le preguntaste al mirarlo. Él sonrió.

—No te preocupes por ello—Respondió.

[...]

Otro día lleno de doloroso entrenamiento físico y maltratos había llegado, y como siempre, ese tipo te había salvado de nuevo, solo que había algo diferente en él; la cicatriz que iba desde la mejilla derecha, atravesando su labio para llegar hasta el mentón. 

Esa vez, comprendiste que él sí recibía castigos por intentar salvarte, siempre los recibía, sin falta. 

Y lastimosamente a la semana siguiente, él desapareció completamente. 

Rei Suwa || Buddy DaddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora