Tenías insomnio de nuevo. Ya comenzaba a cansarte un poco las noches repetitivas, en donde siempre te pasaba lo mismo; acostarse, intentar dormir y no lograrlo, levantarse y dar vueltas hasta que al fin caes rendida en cualquier lado.
Pero, esta noche podía diferenciarse de las otras; esta vez no podías dormir por las ganas de vomitar que tenías.
Te levantaste rápidamente de la cama, ignorando completamente los quejidos leves del Rei que había estado durmiendo a tu lado. Tenías una mano en tu boca mientras corrías hasta el baño, como si eso fuese a retener por lo menos por unos segundos lo que sea que estabas a punto de expulsar de tu cuerpo.
Vomitaste todo lo que habías comido ese día en el inodoro, y sentías que estarías ahí por un buen rato más, así que simplemente te pusiste de cuclillas en el suelo, acomodando ambos brazos alrededor del váter para poder sostenerte el cabello a la hora de soltar la comida.
Te sentías como la mierda, y al mismo tiempo, no sentías nada.
Bajaste débilmente con tus dedos el botoncito que estaba en la mochila del retrete, dejando que el agua se lleve toda los desechos a quién sabe dónde. Y suspiraste de nuevo, sin dejar de ver como el agua corría hacia la izquierda algo embobada, ya que eso ayudaba un poco a la hora de distraerte y así no tener que pensar en la siguiente ronda de comida que expulsarías de tu boca.
Vomitaste de nuevo, esta vez con lágrimas que caían de tus ojos. Ni entendías porqué llorabas, porque no sentías nada, pero ahí estabas.
Te preocupó aquello; el no poder sentir era algo aterrador, o bueno, eso creías, ya que de verdad parecía que de un momento al otro, habías olvidado lo que era estar triste, feliz, enojado o siquiera estar llena de miedo de la cabeza a los pies.
Lo que sí sabías, era que estabas muy, pero muy cansada.
Te limpiaste la boca sin ningún cuidado con el dorso de tu mano, levantándote del suelo algo tambaleante para ir hasta el lavamanos. Abriste la canilla y dejaste que el agua corra sobre tus manos para poder llevártela a la cara de golpe, y aunque podías sentir frío, no te causaba nada más que eso.
Era como si estuvieses adormilada emocionalmente.
Y de repente, tu respiración se hizo pesada, te costaba poder inflar tu pecho al intentar atrapar aire para tus pulmones agotados, que parecía que soltaba más de lo que retenía. Tuviste que comenzar a juntar bocanadas de aire por la boca, pero nada.
Se hizo peor.
Llevaste una mano a tu pecho, sintiendo cómo tu corazón acelerado decía a gritos que estaba a punto de salir de allí, escapándose por tu boca como vómito. Y ahí fue cuando las arcadas estaban apareciendo, pero tosías en vez de escupir algo, porque no tenías nada en el estómago.
Sudabas frío, dándote cuenta de aquello cuando inconscientemente pusiste una mano sobre su frente, sintiendo lo húmero y acalorado que estaba.
Ahora, estabas buscando desesperadamente algo que te haga sentir otra cosa; algo que haga que toda tu atención deje de centrarse en tu cuerpo ansioso, lleno de pánico y miedo.
Y tus ojos fueron a parar a esas tijeras de nuevo, las mismas que antes habían cortado tu cabello. Tenías que repetir aquello, ¿no? tal vez eso te distraería lo suficiente como para no tener que pensar en el miedo, ¿no?
Estabas equivocada, y te diste cuenta de eso cuando prestabas más atención a las manos temblorosas y amarillentas que sostenían las tijeras a la altura de tu cabello que a cortar el mismo. Como consecuencia de aquello, accidentalmente cortarte un poco del lóbulo de tu oreja.
ESTÁS LEYENDO
Rei Suwa || Buddy Daddies
RomanceConocer a Rei Suwa es la cosa más complicada de hacer, pero, ¿quién va a impedir que tú lo hagas? Inicio: 13/01/23 Los personajes no me pertenecen. Se tocan temas delicados, incluyendo suicido, autolesiones, contenido sexual y temas explícitos que...