Extra

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[Parte uno] 

El día libre por fin había vuelto, y para Kazuki, eso significaba un día productivo lleno de limpieza. Justo por eso, él ahora estaba en la sala de las lavadoras, limpiando las sábanas, ropas y bueno, todo lo que mancharon esa misma semana. Lo de siempre. 

Pero, había una sola personita que no estaba igual, sino que estaba muchísimo peor; Unasaka Miri, la niña más energética que te podrías encontrar, estaba más activa de lo normal. 

—¡Déjame hacerlo a mí!—Pidió la hija adoptiva del rubio que intentaba hacer sus tareas, apuntando con sus dedos lo que sería el líquido que se usa para aromatizar las ropas a la hora de lavarlas. 

Kazuki se encogió de hombros, y alzó a la pequeña en brazos, permitiéndole que haga lo que quería, y sin embargo, hizo un desastre. No una, sino dos veces. 

Y sí, tuvo que dejarla ir antes de que todo el maldito piso de aquella habitación comenzara a oler a aromatizante, o a químicos. 

[...]

Tú estabas en el sofá, leyendo algún libro que te habías encontrado por internet mientras que esperabas a Rei, quién estaba en la caminadora eléctrica, escuchando música mientras corría a un ritmo tranquilo. 

Suspiraste al terminar el último capítulo que te dedicarías a leer esa tarde, para después apagar el celular y dejarlo tirado a un lado tuyo en el sofá, estirándote la espalda luego de haber estado casi dos horas leyendo. 

Mierda, Rei se tomaba mucho tiempo para hacer sus ejercicios diarios. 

Apoyaste tus brazos sobre la espalda del mueble, mirando atenta a lo que hacía el pelinegro. No era muy interesante, sin embargo, su rostro no era lo único que mirabas; tus ojos no podían evitar bajar a ver su abdomen desnudo, lleno de cicatrices que lo hacían lucir más lindo todavía (desde tu punto de vista).

—Rei...—Lo llamaste con una voz aburrida, casi como si estuvieses llamándolo solo para molestar. Y así era. 

—Dime—Respondió el pelinegro luego de haberse quitado los auriculares de vincha para ponérselas en el cuello, escuchándote atentamente mientras bajaba un poco el nivel de la cinta para correr. 

—¿Porqué tardas tanto?—Preguntaste, renegando por lo bajo.—Vamos a dormir—Dijiste mientras te desparramabas más en el sofá, a muy poco de dormirte. 

—Duermes todo el día, ____—Te recordó, rodando levemente los ojos después de haberse colocado nuevamente sus auriculares, sabiendo bien que solo lo ibas a molestar. 

Volviste a sentarte bien en tu lugar, esta vez tirando tu cabeza para atrás, mirando al aburrido techo pintado de blanco... con luces colgantes rojas... y nada más. Estabas tan aburrida que ni siquiera tenías ganas de ponerte a pensar en los pequeños detalles del techo. 

Suspiraste, dándote la vuelta de nuevo. 

—Rei. 

—¿Qué pasa? 

—¿Porqué te sacaste la camisa?—Preguntaste curiosa, tratando de hacer que pierda un poco de la mínima calma que tenía. Él no te respondió.—¿Cómo conseguiste esa cicatriz?—Volviste a preguntar, apuntando con tu dedo una clara marca de una bala en su hombro izquierdo. 

—Me dispararon—Contestó con simpleza. 

—¿Porqué?—Murmuraste, entrecerrando tus ojos mientras escondías la mitad de tu rostro en la espalda del sofá.

—No recuerdo—Respondió cortante, continuando con su tarea de correr con tranquilidad. 

Volviste a sentarte en el sofá, esta vez mirando por la ventana. ¿Cuántos edificios se podían ver desde ahí? ¿unos veinte o treinta? ¿tendrías que contarlos para que el tiempo pase más rápido..? Hm... nah. 

Rei Suwa || Buddy DaddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora