Capítulo 25

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La oscuridad era tu compañera aquella noche, noche en la cual escribías tus más profundos sentimientos a aquellas personas a las que amabas, pero que lamentablemente, estarían a muy poco tiempo de dejar de verte. Probablemente para siempre. 

La luz de la luna que se colaba por tu ventana era lo único que iluminaba tu caligrafía perfecta, y el humo soltabas de tus labios cada que le dabas una calada a tu cigarrillo quedaba a tu alrededor, flotando y dejando ese olor a tabaco que muy poca gente podía aguantar. 

Agradecías el hecho de que todos estén durmiendo y que la noche sea lluviosa y algo ruidosa, ya que de esa forma, nadie podría escucharte sollozar sobre la mesa mientras guardabas tus cartas en los sobres de distintos colores; Kazuki, rojo. Miri, rosa. Rei, azul. Todos firmados. 

Esconderías esas cartas dentro de tu armario, entre tu ropa. Sabías que tu amado sería el primero en encontrarlo, así que aprovechaste esa posibilidad para poner la carta azul encima de todas, la que llevaba su nombre escrito en cursiva con aquel lapicero negro que tanto te gustaba usar. 

Te sacaste tu collar plateado con ese dije tan peculiar que te dejó encantada desde el primer momento en que lo viste. Ese sería el recuerdo que le dejarías a Miri dentro de su sobre, mientras que a Rei simplemente le dejaste tu anillo preferido. 

Kazuki se llevaba unas fotos que se habían sacado juntos la vez en la que fueron al centro comercial por primera vez. Llorabas con una sonrisa en el rostro cuando decidiste que ese sería su regalo. 

Esa noche, era la noche. 

Te limpiaste las lágrimas al ponerte ese vestido negro que tanto te encantaba, saliendo del baño con cuidado de no despertar al lindo pelinegro que descansaba sobre su cama con tranquilidad. Le plantaste un beso en su frente, repitiéndole cuanto lo amabas antes de salir del cuarto.

Caminaste hasta la habitación de Miri, donde fuiste y la abrazaste mientras dormía con una sonrisa y un peluche entre sus brazos. Le acariciaste la cabeza, dejándole un pequeño beso en su mejilla antes de marcharte de allí. 

Al ir al cuarto de Kazuki, simplemente lo abrazaste, diciéndole unas cuantas groserías de mejor amiga a mejor amigo. Le repetiste un par de veces que lo querías demasiado, que había sido el mejor amigo que alguna vez habrías tenido en tu puta vida con una sonrisa. Y antes de quebrar en lágrimas, te fuiste. 

La lluvia mojaba tu corto cabello, y ayudaba un poco a esconder el mar que caían de tus ojos. Te dolía la garganta por el enorme nudo que traías allí, y ni hablar de tus labios, que se cansaban de tanto fingir la enorme sonrisa que mantuviste todo el día para cuidar las apariencias. 

Tenías frío en los pies, ya que estabas descalza y el suelo mojado solo hacía que se vuelva más gélido de lo que era, pero mantenías la cabeza en alto, caminando hasta la baranda de piedra del alto edificio. 

Era una linda noche, habían muchas estrellas pese a que llovía, y la luna llena que estaba en el cielo también hacían del cielo un lindo paisaje. Ese sería el último que disfrutarías, y era una lástima que Rei no estuviera a tu lado para disfrutarla a tu lado. 

—Se pierde de un buen cielo—Murmuraste para ti misma al apoyar tus brazos sobre el muro de piedra, sonriendo un poco mientras mirabas el cielo con ilusión. Era bellísimo. 

Tragaste saliva al bajar la mirada al suelo, pero no te permitiste el lujo de intimidarte por la gran altura. 

Subiste el primer pie, y te sentaste sobre el muro, soltando algunas lágrimas. Tomaste un poco de aire, ya que el dolor en tu pecho te aterraba demasiado, más que la altura del enorme edificio en donde te encontrabas. 

Rei Suwa || Buddy DaddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora